Capítulo Cinco

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Al principio se tomó su tiempo para empujar, lentamente. Luego, una vez que empujó y tiró varias veces, la tomó por sorpresa y se presionó todo el camino. El aire salió de sus pulmones en una carrera fuera de su cuerpo.

—Sí, gatita. Agarra mi polla con tu coñito apretado —gruñó.

Su cuerpo palpitaba y sabía que los pliegues de su coño estaban chupando su polla. Una de las ventajas de estar en celo era la lubricación adicional que su cuerpo producía porque su coño se contraía alrededor de él.

—Oh, por favor, Callum. Fóllame ya.

Ella movió el culo y esperó, deseando que él pudiera seguir adelante. Lo hizo. Un suspiro más tarde y él estaba retrocediendo y volviendo a entrar. Y otra vez. Los movimientos no se detuvieron ni se retrasaron. Se incrementaron con velocidad y fuerza. Cada empuje se sentía como si estuviera siendo marcada con una plancha caliente desde el interior.

—¡Sí! ¡Joder, sí!

Callum gimió.

—A mi gatita le gusta que sea duro, ¿eh?

Ella se mordió el labio y gimió. ¡Zas! Un rápido aguijón contra su culo y sus ojos se abrieron de golpe. Él agarró su cabello y tiró de ella hasta que lo miró por encima del hombro mientras la follaba con fuerza.

—¿Te gusta eso, gatita? ¿Ser follada por el lobo?

Ella no respondió. En su lugar, se centró en la tensión que se acumulaba en su interior. En la imagen de ellos en el cristal delante de ella.

¡Zas!

Otro azote en su culo y su coño agarró su polla con fuerza.

—Joder, gatita. Te gusta. —Se dejó caer a cuatro patas, encerrándola—. ¿Quieres saber lo que me gusta?

Ella asintió, sin aliento.

—Por favor...

—Me gusta lo resbaladizo que es tu coño. Me gusta lo curvilínea que eres. Me gusta que te guste follar contigo. Me gusta que mi lobo quiera a tu gato.

—Eso también me gusta. —Ella no lo entendía, pero no podía negarlo. Sus animales estaban sincronizados.

—¿Y si me corro dentro de tu coño? —Empujó duro—. Esta noche, te estoy haciendo mía. A la mierda lo que dije antes. —Él se echó hacia atrás y le lamió la parte de atrás de su hombro—. Te estoy tomando. Te estoy mordiendo. Te estoy llenando con mi semen. —Otra retirada y una inmersión instantánea de nuevo—. Voy a hacerte mía y luego voy a hacer que lleves a mis crías. —Él rozó sus dientes sobre su hombro resbaladizo—. Voy a follarte y llenarte de semilla. Te deseo, mía.

El gato en celo estuvo de acuerdo con cada traviesa palabra que dijo. Ella quería eso. Necesitaba ser apareada. Necesitaba ser tomada. Quería ser suya. Para llevar a sus cachorros. A ella ya no le importaban las diferencias entre ellos. Todo lo que importaba era lo que sus cuerpos querían. El uno al otro.

—Yo también quiero eso —gimió ella, la tensión se elevó a un crescendo en su cuerpo.

—¿Quieres que te folle hasta que estemos seguros de que llevas a mis crías, Ana? ¿Quieres tener mis cachorros y pasar tus noches en mi cama?

Bueno, ya que lo pone de esa manera...

—Las noches en tu cama suenan bien.

Él deslizó una mano alrededor de su frente y entre sus piernas para acariciar su clítoris.

—No solo la noche, gatita. Tienes que quererlo todo. Yo. Mis crías. El futuro. Todo ello.

Era difícil pensar cuando todo lo que su cuerpo quería era correrse. Todo lo que pudo visualizar fue la explosión de placer cuando finalmente lo hiciera. Pero la forma en que él tomó su cuerpo y la poseyó le mostró que tanto el lado humano como el animal lo deseaban.

Ana siempre había seguido su instinto y le estaba gritando que tomara a Callum y nunca lo dejara ir.

—Sí. Lo tomo. Todo el paquete. Bajo una condición.

Él succionó el lóbulo de su oreja con su boca y lo mordió ligeramente. La piel de gallina rompió en su carne caliente.

—Dime, gatita.

¿Qué estaba diciendo? Oh sí. Condición.

—Trabajaremos duro en esto. No es todo sexo. Tú y yo lo sabemos.

—Oh, gatita. No ofrecería mi vida simplemente a nadie. Hay mucho más en esto que el sexo caliente. Aunque eso siempre es una ventaja.

—Joder, sí. Ahora muérdeme, lobo. O podría cambiar de opinión. —Ella se burló.

Presionó su clítoris con fuerza, pellizcándola y su cuerpo convulsionó con la fuerza de su orgasmo. Ella curvó su espalda hacia su cuerpo, pegándolos juntos. Continuó entrando en ella en rápidos golpes. Entonces atacó. Mordió el hombro justo cuando ella bajaba desde lo alto de la liberación. El dolor de la mordedura la hizo volver a elevarse.

Gruñó ruidosamente, su cuerpo vibraba sobre el de ella cuando se corrió, llenándola con su semilla.

—¡Eres mía, gatita!

Pasaron largos momentos antes de que ella pudiera moverse. Ambos respiraban de manera entrecortada cuando él salió de ella.

𝒜𝓅𝒶𝓇𝑒𝒶𝒹𝒶 𝓅𝑜𝓇 𝒩𝒾𝑔𝒽𝓉-𝑀𝒾𝓁𝓁𝓎 𝒯𝒶𝒾𝒹𝑒𝓃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora