¿Podría olvidarte?

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NARRA YUZU

Mei: Yuzu, Yuzu por favor perdóname, no quería hacerlo, te juro que jamás hicimos algo, te lo juro... -Nunca la había visto así, tan rota... Ni siquiera cuando descubrí lo que hacía.-

Yuzu: no, está vez es diferente, pude verlo en tus ojos Mei... Tú ya no me amas...

Mei: lo hago, te juro que lo hago -tomó mis manos y las apretó con tanta desesperación- te juro que te amo Yuzu, te amo a ti, a nuestra pequeña Aiko, amo lo que tenemos, por favor, no me dejes.

Mei dejó que sus piernas flaquearan y cayó arrodillada al suelo mientras tomaba mi mano, lágrimas cubrían su bello rostro y su cabello perfectamente peinado, ahora estaba desordenado, sus manos suaves, ahora estaban sudando mientras tomaban las mías.

Mei: no volverá a pasar, jamás voy a dejarte, no quiero hacerlo, no quiero dejarte, por favor, solo por...

Yuzu: levántate de ahí, venga, arriba -intenté levantarla sujetando sus codos, pero ella jaló de mi cuello y se abrazó a mi, justo como cuando descubrí que le tenía miedo a las tormentas, ella solo se aferró a mi.- Mei...

Mei: no digas nada, solo quédate así, quédate aquí conmigo.

Y ahí en el frío del suelo, con sus brazos alrededor de mi y sus lágrimas mojando mi sudadera, me dí cuenta de cuánto puedo amarla por que sé, que si me lo pide de esta manera, jamás voy a poder dejarla ir.

Llegamos a esta etapa de la peor manera, Mei se volvía estricta, incluso conmigo, no dejaba que yo diseñará y a Aiko le prohibía todo. Jamás he estado a favor de las reglas, pero admito que algunas de ellas pueden ayudar, ella pasó de ser mi umbrella a ser una pesadilla que no quería tener cerca. Celosa, posesiva y con un humor del demonio, así era mi Mei, mi hermosa y valiente presidenta del consejo.

Meses atras...

Ella y yo no teníamos la mejor relación, se la pasaba prohibiendome lo que más amo, diseñar. Decía que era ridículo que ella siendo la directora y dueña de la academia Aihara, estuviera casada con una diseñadora...
Palabras, es lo que más duele, los actos se van, pero las palabras siempre se quedan ahí, te hacen sentir jodido y te hacen olvidar la persona que realmente eres.
Aihara Mei no solo me hacía daño a mi, nuestra pequeña hija, Aiko, de tan solo 5 años llevaba la peor parte.
Le prohibía jugar, le decía cómo vestirse, la obligaba a hablar de una manera educada y correcta. A veces por más que intentaba hablar con Mei, ella simplemente repetía las palabras de su abuelo "es una Aihara".

Yuzu: por favor, ¿Te estás escuchando? Suenas igual que el abuelo.

Mei: es lo que ella es Yuzu, algún día heredará la academia y será responsable de todo esto -dijo acomodándose en el enorme sillón de cuero del despacho que tenía en casa.

Yuzu: no... A ella no puedes obligarla a seguir con eso, si ella quiere lo hará.

Y después de eso, dí un enorme portazo al salir de ahí, dejé a Mei con las estúpidas palabras que escupía, ni siquiera parecía recordar todo lo que pasamos para estar aquí, es una idiota.

Tiempo actual.

Mei: por favor no te vayas, no puedes dejarme Yuzu, hemos pasado por mucho, no puedes dejarme aquí...

Mei seguía llorando aferrada a mi, su cabeza estaba entre mi cuello y hombro, su voz era nasal por tanto llorar, pero yo sabía que era lo correcto, no puedes estar en un lugar roto, te vas a joder también y siempre terminas más quebrado de lo que crees.

Yuzu: lo siento, tomé mi decisión Mei, tengo que irme. -Me levanté y ella hizo lo mismo, sus ojos estaban rojos al igual que su nariz.-

Mei: por favor... Solo... -bajó la cabeza- solo déjame demostrar una vez más...

No, no puedo hacer eso.
Hoy entendí que no puedes volver a una persona tu hogar, jamás sabes cuándo te dejará en la calle. Justo ahora, me siento desolada, igual que un vagabundo perdido.

Yuzu: no puedo hacerlo, lo siento...

Y me fuí de ahí, tomé mi maleta, tomé la mano de Aiko y salimos de aquella casa.

Aiko: ¿Mami estará bien? -dijo mi pequeña pelinegra con hermosos ojos galácticos, era Mei, era su misma imagen.-

Yuzu: ella estará bien pequeña, vayamos a nuestro departamento ¿De acuerdo?

Aiko: ¿Podemos ir por un helado mamá?

Yuzu: si, si podemos -le sonreí, guardé mi maleta en el auto y ayudé a Aiko a subir a su asiento especial en la parte de atrás, dí una última mirada a lo que fué mi hogar una vez y encendí el auto, llendo a lo que sería nuestra nueva vida sin Mei.-

Continuará...


Después de mi...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora