Dispuesta a almorzar, se sentaba en su silla, miraba la comida y se le nublaba la vista por las lágrimas que inundaban sus ojos, por mucho tiempo fue así. Había días en los que ni siquiera tenía fuerzas para levantarse de la cama y pasaba en su cuarto a oscuras, muchas veces llorando o tan solo mirando a la nada imaginando como sería todo si ella no estuviera.
Inconscientemente había caído en depresión, el apoyo que tenía antes ya no era el mismo, Andrés había estado con ella cuando las cosas en su hogar se ponían difíciles entre sus padres. Antes de alentaba a seguir adelante ahora las llamas nocturnas eran para reprocharle lo mínimo que hiciera.
Había optado por llegar de estudiar, tomar un libro y caminar hasta cansarse, sentarse donde pudiera y leer hasta que atardeciera. Un día Clara llegó con el rostro empapado en lágrimas, su madre sin entender la miró con desesperación y ella sin decir una palabra levantó las mangas de su suéter a la vez que alzaba la cabeza y la observaba con una mirada que lo decía todo, una mirada de auxilio ya no podía más, estaba sufriendo y si no conseguía apoyo de las personas que más quería iba a cometer una locura sin marcha atrás.
Clara entre las páginas de su libro había guardado una hoja de gillette y en ese momento que se sentía impotente que no entendía lo que pasaba por su cabeza tomaba la hoja y hacia pequeños cortes en sus brazos, al principio era solo para sentir dolor y sacarse esos pensamientos de culpa que rondaban en su interior, pero esta vez los cortes fueron más profundos.
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Volver a encontrarnos
Teen FictionTodos hemos vivido la experiencia del primer amor juvenil, hemos tenido esa persona por la cual estamos dispuestos a dejar todo, prometernos cambiar nosotros mismos creyendo encontrar así la felicidad junto a la esa persona con la que creemos compar...