Fuimos en su carruaje al pueblo del saber, cuándo llegamos la reina me llevó a un museo, habían muchos objetos tanto conocidos como extraños, sobre todo esferas que contenían profecías que ya se habían cumplido. No entendía porque me había llevado a ese lugar. Luego nos dirigimos hasta la última puerta color café, estaba al fondo del pasillo, al abrirla, no había nada muy interesante sólo un escritorio y un librero lleno de enciclopedias y datos históricos, pero antes de que pudiera preguntar algo, la reina movió un libro sobre la era prehistórica y el librero se dividió en dos, abriendo paso a un pasillo con muro de ladrillo, lo primero que vi fue un par de linternas, ella me entregó una mientras yo intentaba dejar de sorprenderme por todo lo que veía y escuchaba en este mundo.
A penas entramos a este pasillo secreto, el librero que se había dividido se cerró, el camino era bastante oscuro aún con las linternas, después de caminar por unos diez o quince minutos llegamos a una habitación que se iluminó a penas entramos, pero esas luces en realidad eran llamas provenientes de antorchas que colgaban en las paredes. Miré alrededor de este cuarto, estanterías llenas de esferas de cristal, pero en el centro de la habitación había una mesa de color azul y sobre ella estaba una esfera.
-Acércate- me ordenó amablemente la reina
Yo obedecí y me acerqué a la mesa
-Toca la esfera- dijo con una sonrisa de emoción
Cuando lo hice una voz que provenía de ella comenzó a hablar:
- "Una guerrera de cabellera negra salvará al pueblo de la miseria, sabrán identificarla porque es una de las creadoras de nuestro mundo, cuando ambas creadoras se vuelvan a unir nuestro mundo se unirá y dejará de sufrir"-
Estaba en shock, no podía creerlo, pero lo que más me preocupaba es que comprendí que no buscaban a cualquier guerrera, buscaban a la creadora y definitivamente esa no podía ser yo, de ninguna manera.
-Esto... significa que soy... la persona incorrecta, ¿verdad?- pregunté con timidez y tristeza al mismo tiempo. No es que me emocionara el asunto de ir a la guerra, pero ya me había estado preparando y convenciendo de que si era la correcta, me sentía decepcionada.
¡Tonterías! - dijo la reina- Esto demuestra que eres tú Martina ¿Aún no te acuerdas?-
Negué con la cabeza
-Tú y Marta crearon este mundo-
-¡¿Qué?!- ahora si estaba desconcertada
-¡Sí!- respondió enérgica- ustedes crearon este mundo, su historia y su pasado, ustedes crearon todo esto-
Retrocedí unos pasos repitiendo en voz alta:
-No, no puede ser... es... es... imposible-
-Si, es posible-
-Yo... necesito salir- Dije sin mirarla y acto seguido salí de ese lugar.
Logré salir del museo sin problemas, no sabía a donde me dirigía y tampoco me importaba, solo pensaba en que esto no podía estar pasando, no a mí, no ahora. El corazón me latía demasiado rápido y un montón de emociones diferentes comenzaron a invadirme, todas al mismo tiempo, finalmente me senté en una de esas bancas en forma de libro, respiré hondo, luego miré a mi alrededor y un recuerdo vino a mi mente. Marta y yo queríamos crear un mundo para nosotras dos, un lugar para escapar de las reglas y los regaños de nuestros padres, un lugar donde nosotras pudiéramos crear nuestras propias normas.
Nunca creí que ese mundo que creamos de verdad existiera, hubo momentos en que si lo deseaba, pero nunca lo creí posible.
Respiré hondo, intenté calmarme, no se por cuánto tiempo estuve así hasta que por fin me levanté de esa banca y volví al castillo por mi cuenta, no porque estuviera enojada con la reina sino porque necesitaba caminar y averiguar si de verdad era yo una de las creadoras de este mundo. De ser así entonces caminar por este reino me ayudaría a recordar cualquier cosa por más insignificante que pareciera.
Recorrí el pueblo del saber, pero no logré recordar nada, luego fui al pueblo de las violetas, comencé a recorrer el lugar, al principio no recordé nada, seguí caminando hasta llegar a una panadería, al parecer era la más antigua del pueblo y no se que fue lo que me hizo entrar a esa panadería, pero cuando lo hice sentí un calor hogareño y me senté en una silla que estaba al rincón del lugar, tal vez por esa costumbre que tengo de querer pasar desapercibida aunque también me sentí cómoda al sentarme allí. De pronto una anciana con delantal color lila y una mujer de unos veinticinco años aproximadamente me saludaron y la mujer mayor me habló:
-¿Martina? ¿Eres tu?- Su tono era amable y emocionado
-¿Cómo sabe mi nombre?- Estaba sorprendida, cuando vinimos con la reina, ella nunca dijo mi nombre y Sindy tampoco
-Sabía que eras tu- respondió emocionada
La mujer a su lado me seguía observando, como si me estuviera analizando, como si no estuviera del todo convencida, no la culpo, ni siquiera yo lo estaba. La mujer mayor se fue a la cocina y volvió con unos postres, algunos no los reconocí pero la mayoría si. Habían alfajores bañados en chocolate, pie de limón, un cupcake de vainilla y naranja con glaseado de chocolate, al probarlo de inmediato mi boca se movió antes que mi cerebro para decir:
-Sorpresa de naranja- por alguna razón me sentía muy feliz.
Ambas mujeres me miraron sorprendidas, luego me sentí mal al ver que me tenían muchos postres y no poder pagarles por que no tenía dinero.
-Pero... yo... no tengo dinero...- respondí avergonzada
-El dinero no importa, hoy te invito yo- respondió la anciana a quien sentí que ya había visto pero no recuerdo cuando.
Le di una mordida al cupcake de naranja, el sabor era inigualable, después sentí el relleno, era un mousse de chocolate y naranja con trocitos de naranja. Cuando terminé de comerlo, un recuerdo llegó a mi mente.
Marta, la reina y yo, estuvimos en esta pastelería, nos sentamos en esa mesa del rincón en donde estaba yo ahora, en ese momento los pies me colgaban de la silla y tenía que hacer un pequeño esfuerzo tanto para subir como para bajar al igual que Marta. Ese día mucha gente estaba asustada porque unos soldados de la reina Roja habían intentado atacar el reino, así que la Reina Blanca nos llevó de paseo en su carruaje hasta el pueblo de las violetas y terminamos en esa pastelería. Yo no sabía que pedir a diferencia de Marta que pidió un pie de manzana. Entonces la mujer que en ese momento no era tan anciana como ahora me dijo:
-¿Quieres que te recomiende mi postre especial?- su tono era amable y cariñoso
Esa propuesta me llenó de intriga y asentí con la cabeza muy emocionada. La mujer se rio y respondió:
-Vuelvo en un momento-
Pasados unos cinco minutos volvió con un cupcake, me lo entregó y dijo:
-Este es mi nuevo postre, cupcake de vainilla y naranja con un glaseado de chocolate con naranja y un relleno sorpresa, lo nombre "sorpresa de naranja"- hizo énfasis en las últimas palabras.
-Gracias- respondí tímidamente
En ese momento cuando probé ese cupcake se volvió mi favorito y mientras estuve en ese reino siempre iba a esa pastelería y pedía "sorpresa de naranja".
-Entonces... yo sí estuve aquí antes- me sorprendí mucho, sobre todo ahora pronunciando en voz alta aquellas palabras.
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En el bosque
Fantasy¿Quién diría que caminar sin rumbo te cambiaría la vida por completo? Martina decide hacerlo con tal de retrasar su llegada a casa, pero termina descubriendo un mundo desconocido que al mismo tiempo no lo es, al menos no del todo. NOTA: Esta histori...