CAPITULO 1

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En silencio salió de aquella habitación donde las tonalidades lilas predominaban en la mayoría de los objetos que se encontraban dentro. Con un cuento narrado y un beso en la frente, Aome dejaba tras de sí a una pequeña dormida, alias la princesa de papá, o mejor conocida por todos como Sayumi Taisho, hija del poderoso Sesshomaru Taisho.

Con una pequeña sonrisa en sus labios, Aome Higurashi emprendió su camino hacia la biblioteca, recorrió los silenciosos pasillos de paredes blancas que contrastaban con la decoración de color negra y gris que había, logrando un tono muy sobrio y elegante para el dueño de aquella casa. Múltiples veces le había comentado a Sesshomaru que necesitaba más color en su vida, comenzando por desaparecer esos tonos fríos que había en su hogar, más sin embargo el joven Taisho no le había hecho caso y Aome ya se había cansado de tanto insistirle, se alegraba que por lo menos los niños no tomaran ese gusto de su padre.

Al llegar a su destino, Aome toco sutilmente la puerta de caoba de un color tan oscuro que casi parecía negro. Con sigilo abrió la puerta sin haber esperado el permiso para poder entrar, más sin embargo Sesshomaru ya sabía quién era la dueña de aquel llamado que parecía un susurro.

A pesar de que Aome ya había entrado en la estancia muchas veces, más de las que podía contar, aun le seguía sorprendiendo lo hermosa y elegante que era, admiraba la docena de estanterías en las cuales había tantos libros que Aome no podía imaginar la cantidad total que había de ellos, sin contar el globo terráqueo que había cerca de la gran ventana, tan grande que bien podría tener el tamaño de un balón suizo. Le sorprendía como la modernidad podia combinar también con la decoración clásica que, por lo regular, se podría ver en las grandes mansiones inglesas.

- Los niños ya están durmiendo – Comenzó a hablar Aome mientras tomaba asiento en el mismo sofá de tres secciones en el cual se encontraba Sesshomaru – Los he arropado bien, escuche en las noticias que la temperatura bajara más esta noche

- Bien – Dijo Sesshomaru mientras dejaba de leer su periódico para mirar un poco a la chica – He traído un poco de chocolate caliente por si quieres una taza, a un lado tuyo también he dejado el libro que has estado leyendo

- Gracias – Atino a decir Aome

Con el chisporroteo de los leños quemándose en la chimenea, Aome tomo su taza de chocolate y se acomodó nuevamente en su lugar, con tranquilidad comenzó a buscar la página donde se había quedado de su lectura. Realmente Aome no era una fanática de estar leyendo, ni le emocionaba estar rodeada de tantos libros, aunque aquella biblioteca se le hacía muy bonita por su decoración, pero aun así podía disfrutar de un buen libro de vez en cuando y más si era a lado de él, de aquel hombre de característicos ojos color ámbar y de un cabello platinado, tan inusual para la mayoría de los hombres recién cumplidos los 28 años, aunque tan característico de la familia Taisho.

Aome miro por primera vez el reloj que había encima de la chimenea, y se dio cuenta de que ya marcaban las once de la noche, no se había dado cuenta de que habían pasado dos horas desde que había salido de la habitación de Sayumi. Si bien podría estar dormida a esa hora, se había convertido en una rutina diaria, por casitres añs, el estar los dos solos en aquel lugar, en silencio disfrutando de la compañía del otro, sin siquiera hablar mucho al respecto, y eso no lo dejaría pasar por ningún motivo, siempre era puntual a sus citas no dichas de cada noche.

- ¡Auch! – Exclamo la joven Higurashi mientras veía el pequeño hilo de sangre que comenzaba a salir en la yema de su dedo índice derecho

- ¿Qué ha pasado? – Preguntó Sesshomaru mientras se acercaba Aome para poder observar lo que le había sucedido

- Solo me he cortado con el filo de la hoja – Respondió con una sonrisa tranquilizadora

Cartas de media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora