Capitulo 3

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Siete años antes Una semana después de que Romii le dijera a Richard que se quedaría en Boston a cuidar de su madre, estaba empezando a creer que él lo estaba aceptando. Había estado callado y distraído durante unos días, y el viernes por la noche fue a disculparse con ella. Romii se sintió menos mala, sintió que no era una bruja que lo estaba abandonando cuando él se disculpó por no entender su punto de vista. —Esperaré a que vayas allí para empezar nuestra app. Voy a empezar con proyectos más pequeños en los que he estado trabajando, pero te esperaré.

—Claro que lo harás. Si no, acabaré contigo. Rodeó el cuello de Richard con los brazos y sintió la reconfortante calidez a la que estaba acostumbrada. Supo que Richard era su hombre desde que él le regaló una cadena de margaritas en primer curso. Antes de que Richard se convirtiera en su amigo en parvulario, Romii había estado apartada y no tuvo amigos en el colegio hasta que Richard la ayudó a salir de su coraza y la hizo reír con sus payasadas. Ya entonces la hacía sentir especial, y la hacía sentir especial ahora.

—Sabes lo importante que eres para mí, ¿verdad? Ella asintió, acariciándose la parte posterior de la cabeza. —Siempre me haces sentir como si no pudieras seguir adelante sin mí. Él sonrió.

—A lo mejor es porque no puedo. Romii se mordió el labio.

—Eres perfecto. Espero que mamá esté mejor en tres o cuatro meses, y entonces estaré contigo.

—Donde tienes que estar. Richard tiró de ella y la sentó de costado en su regazo, sabiendo que la madre de ella estaba durmiendo en su habitación y que era incapaz físicamente de salir. Se sintió fatal por usar eso como garantía, pero sus dedos se deslizaron por la cintura de Romii y levantó la cabeza, ofreciéndole los labios a la chica a la que amaba con locura. El cuerpo de él se tensó y se endureció al contacto con sus labios y recordó con retraso por qué había ido a verla. Interrumpiendo el beso, deslizó los nudillos por la mejilla de ella y se preparó para darle la noticia.

—Se me ha olvidado decírtelo. He reservado mi vuelo para California. Romii sonrió y se apartó su espeso cabello castaño de la cara.

—¿De verdad? —Intentó sonar relajada y no como si se le estuviera partiendo el corazón. Todo estaba volviéndose demasiado real demasiado rápidamente

—. ¿Cuándo te vas?

—Mmm... —Richard se resistió, acariciándole los brazos desnudos y quedándose embelesado al contemplar su piel pálida. Él siempre podía sentir sus inquietudes, sus sentimientos, y sabía que independientemente de lo fuerte que pareciera cuando tomó la decisión de quedarse con su madre, estaba batallando con la idea

—. Mañana por la tarde. La sonrisa de Romii se congeló, pero después se pegó a él, apretándole el cuello con fuerza mientras hundía los labios en su pelo. Richard le sujetó la espalda lentamente, tensándose al ver la forma en que le temblaba el cuerpo.

—¿Romii? Ella no dijo nada, sino que le apretó con más fuerza.

—Shh. Necesito tenerte cerca un rato. Él le rodeó la estrecha cintura con los brazos con fuerza y ella se acercó a él, sentándose a horcajadas sobre sus muslos con el cuerpo apretado contra su entrepierna. Él inhaló su aroma, respirando profundamente, y le pareció una eternidad cuando ella se volvió a apartar. Estaba sonriendo.

—Me muero de ganas de estar allí contigo. Él esbozó una sonrisa y le apartó el pelo hacia un lado de la cara. La estaba subestimando. Ella era demasiado dura como para ponerse sentimental por su destino. Lo afrontaría y saldría más fuerte.

—Estaremos bien. Porque somos el mejor equipo que ha existido nunca.

—Claro que sí —dijo ella sonriendo. Él le acarició el brazo, incapaz de saciarse de ella, deseando gritarle al mundo que Romii era suya y que seguiría siéndolo.

"Un bebe enesperado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora