Epiologo

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Trevor saltó delante de Romii y Richard mientras caminaban por la reluciente sala nueva.
—Esto es fantástico. No me puedo creer que hace solo una semana pareciera que la oficina nunca
estaría terminada.
—Insistí mucho en que la terminaran hoy —dijo Richard, distraído.
—¿Porque el cumpleaños de Trevor es un día estupendo y propicio para completar el edificio que
alberga la sede central de tu nueva empresa?
Richard le agarró la mano y la atrajo más cerca.
—Mi hijo nació en este día. Es el día en que mi vida cambio de la forma más extraordinaria.
Romii puso una mano de forma cariñosa en el lado de su bonita cara, sintiéndose infinitamente culpable
por mantenerlo alejado. En los últimos seis meses, había probado que merecía ser el padre de Trevor. Unas
semanas después de volver juntos, le dijeron a Trevor que Richard era su padre. Y Trevor estaba encantado.
Romii se sorprendió por la reacción de su hijo, pero todo salió bien desde ese momento.
El hermano de Richard, Kevin, cogió un vuelo a Boston para conocer a su sobrino, y entonces los
padres de Richard cogieron un vuelo para conocer a su nieto. La ocasión resultó ser doblemente emotiva,
porque los padres de Richard, por primera vez en años, insistieron en arreglar las cosas con Kevin.
Hubo muchas lágrimas, abrazos y reuniones. Y el miedo de Richard de revivir los demonios del drama
de su familia desapareció. Estuvo eufórico al sentarse a la mesa con sus padres, y con su hermano. Y con su
hijo.
—Tú eres mi familia —le susurró a Romii esa noche en la cama, y entonces él lanzó el proyecto más
grande de todos los tiempos: trasladó la sede central de su empresa de Nueva York a Boston.
—No tenías que hacer esto. Podíamos haber pensado en algo.
—No quería arriesgarme con los viajes y las largas distancias —dijo él mientras caminaban detrás de
Trevor por las nuevas oficinas que todavía tenían que abrirse para comenzar a trabajar—. La última vez que
me fui por trabajo, tú seguiste adelante, tuviste un hijo y rompiste conmigo.
—Ja ja ja —refunfuñó Romii con desenfado. El pasado ya no les dolía. Sabían que estaban hechos el
uno para el otro.
—Ven aquí. Tengo que enseñarte algo —Richard abrió la puerta de su propia oficina entró a zancadas
detrás de ellos.
—¿Tu oficina? —gritó Romii con prisa por la alegría—. Vaya. Esto es mucho más de tu estilo, cariño.
—¿Verdad? —A él le encantaba la decoración de la oficina simple en estilo zen. Minimalista, limpia y
relajada—. Aquí hay otra cosa que te va a encantar. —La guio hasta otra puerta, que abrió de un empujón.
Dentro había una oficina similar a la suya, pero más brillante y más espaciosa.
—¿Qué es esto? —dijo ella mirando al escritorio, al asiento y a las lujosas alfombras.
—Tuyo.
Romii giró la mirada hacia él y se rio.
—No, no puede ser.
—Lo es. —Richard miró a Trevor, que se había dejado caer en la silla y estaba dando vueltas. Le
golpeaba el corazón por la inquietud y se giró de nuevo hacia Romii—. Tienes que dejar de trabajar para la
competencia, cielo.
Romii se rio.
—Sabes que no voy a hacerlo. Nunca me ha gustado trabajar para una sola empresa. Trabajo para mí
misma.
—Siempre has estado destinada a trabajar conmigo.
—Contigo... ¿no para ti?
—Tendrás la propiedad de la compañía. La mitad, para ser exacto.
—¡Eso no es justo! —gritó ella—. No voy a tenerlo. Has trabajado muchísimo para construir esta
empresa. Y yo he trabajado muy duro para construir mi reputación. Yo trabajo sola, cariño, lo siento. —
Sonrió disculpándose—. Tienes que superar la obsesión de poseerme como diseñadora para tu empresa.
—Te haré un contrato si quieres, basado en proyectos. Pero tienes que dejar de trabajar para otros. La
última app mediática que creaste para mi mayor rival le costó millones a mi empresa. Debiste haberles
jodido, pero no lo hiciste.
—Para ya, reina del drama.
—Romii... —Le cogió la mano y le besó el nudillo—. De verdad, necesito que lo pienses.
Romii apretó los labios.
—Quizá en unos meses podamos hablarlo de nuevo.
Richard suspiró y miró a Trevor. Estaba mirando por la ventana y lo llamaba para que fuera a echar un
vistazo. Richard fue y, cuando ambos padres habían satisfecho su curiosidad y respondido a sus preguntas, él
le cogió la mano a su madre y jugó con su pulsera.
Richard cogió la mano libre de Romii y descendió hasta la alfombra.
Romii se quedó con los ojos abiertos de par en par, apretando los deditos de Trevor mientras Richard
se arrodillaba sobre una pierna.
—¿Qué estás haciendo? —Se le hinchó el corazón y le palpitaba en la garganta, contra las costillas,
por todas partes, intentando ganar espacio mientras latía de forma errática.
Richard, sin decir nada, se sacó una cajita negra del bolsillo y la abrió.
—Richard... —Movió la mano para taparse la boca—. ¿Qué estás haciendo?
—Por favor, ¿te quieres casar conmigo?
Romii se vino abajo, sonriendo, riéndose, y se detuvo al instante cuando Trevor le apretó la pierna con
una mirada preocupada y triste en sus ojos.
—¿Qué ha pasado, mamá?
Romii sorbió, intentando secarse las lágrimas rápidamente por Trevor.
Richard acercó a Trevor a su lado.
—Mamá está llorando porque es feliz. Le estoy pidiendo que se case conmigo.
—¿Eso quiere decir que tendrá que ponerse un vestido blanco?
Richard no estaba seguro. Con Romii nunca se sabía. Podía decir cualquier cosa, citar cualquier
motivo, y rechazar casarse con él.
—Por favor, Romii. He esperado meses para pedírtelo. Tenía miedo de que dijeras que no, pero quiero
que seas mi esposa.
Romii agitó la cabeza y se secó las lágrimas.
—¿Sabes qué?
—¿Qué? —A Richard le dio un vuelco el corazón por la expectación y el pavor.
—Creo que trabajar con contratos de diseño independientes se consideraría un conflicto de intereses si
estoy casada con el director ejecutivo de EagleTech.
Richard se quedó inmóvil.
—Quizá. ¿Cuál de las dos cosas perderías?
Romii suspiró.
—¿Cuál crees?
Richard vio el brillo de placer en sus ojos y se entendieron. Él rodeó sus hombros, acercándola a su
pecho y besándole la cabeza al tiempo que ella se aferraba a él.
—Te quiero, cariño —susurró ella en su cuello.
A él le ardían los párpados. Esa sensación de ardor era nueva e impactante. La agarró más fuerte hasta
que sintió a Trevor abriéndose paso entre sus cuerpos, le hicieron hueco y lo unieron al abrazo.
—Te quiero tanto —le susurró a Romii al oído.
Ella sollozaba en silencio sobre su pecho antes de que él guiara a su familia fuera de las nuevas
oficinas y los llevara a casa.



FIN

"Un bebe enesperado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora