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Taehyung no era normalmente una persona hogareña. Era dueño de un amplio departamento en la ciudad, no lejos del trabajo, pero rara vez lo utilizaba para otra cosa que dormir. La señora de la limpieza, que todavía no conocía, tenía el trabajo más fácil que nunca. Sin embargo, se encontró con una sensación de aprehensión cuando puso su bolsa de la compra sobre el mostrador y comenzó a preparar la cena.
Había crecido en la cocina junto a su abuela, absorbiendo todo su conocimiento culinario. No solía hacer el esfuerzo de cocinar, pero cuando lo hacía, lo hacía bien.
Compró unas hojas de pasta fresca en el supermercado, no tenía el tiempo o la energía para hacerla él mismo, aunque nunca se lo diría a su abuela.
Con un poco de música clásica calmante tocando suavemente en el fondo, puso mucho cuidado aplastando y salteando bulbos de ajo con un poco de cebolla finamente picada y carne molida añadiendo una salsa de tomate y albahaca. Para el momento que sonó el timbre de la puerta, el relleno de los raviolis estaba listo.
Taehyung se limpió las manos en un paño de cocina y apagó la estufa antes de ir a abrir la puerta. Le había dicho a su portero que estaba esperando a una persona y que la dejara subir. Vaciló por un momento y miró su aspecto en el espejo en el pasillo. Se había cambiado su traje y se puso un par de pantalones vaqueros negros y un suéter de cachemira color crema.
Era ridículo pero se sentía nervioso. A pesar de las cosas que habían hecho la noche anterior, por alguna razón, esto se sentía más íntimo. Estaba permitiendo a Jungkook en su casa. Era un gran problema para los hombres lobo dejar que la gente entrara en sus espacios sagrados. Los seres humanos tienden a oler más fuerte que los lobos, por lo que sus aromas persistían por un tiempo. Jungkook ya había dejado su huella en el coche de Taehyung, y honestamente, Taehyung encontraba que no le importaba ni un poco.
Abrió la puerta, el aroma embriagador de Jungkook golpeándolo el momento en que la puerta estaba entreabierta. El humano se quedó mirando más nervioso que Taehyung, lo cual ayudó al hombre lobo para relajarse.
—Hola—dijo antes de tener una botella de vino tinto empujada en sus manos.
—Hola. He traído el vino. No sabía lo que estabas cocinando, y es probable que tengas, como, una bodega o algo, pero... sí.
Taehyung rió del desmedido nerviosismo de Jungkook. Inspeccionó la etiqueta del vino y se dio cuenta de que en realidad tenía mejor vino en su estante del vino, pero no había manera de que fuera a decirle eso a Jungkook.
—Esto es perfecto, va a combinar con los raviolis que estoy haciendo—Taehyung le dijo mientras sostenía la puerta abierta para él. —Y no, mi ático no tiene una bodega.
Jungkook se veía un poco avergonzado, cuando se quitó la chaqueta y se la entregó a Taehyung.
