Capítulo 2: Gula

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Elena esperó varios días hasta que se le presentó la oportunidad de revancha. Como estaban estudiando los pecados, le pareció muy irónico que su mejor aliada en este caso fuese la paciencia. Los alumnos de último año, como Damon y ella, tenían permitido salir en el primero de los dos recreos. Elena y sus amigas a veces se aprovechaban de ese privilegio, pero nada como lo que hacían Damon y su grupo.

Al menos un día de cada semana los chicos cogían alguno de los coches y se compraban la comida que después se comían en el aparcamiento del instituto. Como Elena lo sabía, ya había hablado con un amigo de su hermano, que trabajaba en ese establecimiento de comida rápida, para saber el horario que tenía. Como el chico tenía clases por la tarde, trabajaba al mediodía, justo lo que Elena esperaba.

Le había pagado cien dólares para que asegurar su colaboración y ahora esperaba escondida en su coche los resultados, porque era el día que Damon iba a comer hamburguesa. El chico no sospechaba nada, estaba sentado como siempre en el capó de su viejo Camaro azul y bromeaba con sus amigos con la hamburguesa en la mano. Pero eso no era lo que interesaba a Elena, la atención de la chica estaba puesta en las bolsas de patatas fritas que rulaban entre los chicos. La debilidad de Damon, como ella sabía bien. Muchas veces le había visto peleando con sus amigos para conseguir más patatas o directamente robándoselas cuando no miraban.

Cada vez que le veía comerse una patata le daban ganas de dar palmas porque lo que le había pedido al amigo de su hermano era que las "condimentase" un poco más con pimienta cuando los chicos se presentasen a comprar. No le preocupaba que lo notasen, no mientras Damon se hinchara a patatas fritas como hacía siempre.

Alguno de ellos debía de sospechar algo, porque a Damon le habían llegado dos bolsas de patatas aparte de las suyas. Elena le grabó usando el zoom del móvil mientras las devoraba y de vez en cuando lanzaba alguna al aire para atraparla con la boca. No pasó mucho tiempo hasta que empezó a notar los efectos de la pimienta. El chico empezó a beber de su refresco, cada vez con más frecuencia, vaciándolo en apenas minutos.

Desde dónde estaba Elena pudo apreciar como Damon se puso un poco blanco y se alejaba del coche. Ella también salió del suyo y le siguió aguantándose la risa para que no saliera en el vídeo. El chico bebió agua de la fuente que había en el aparcamiento y cuando hizo el intento de volver con sus amigos, se llevó una mano al estómago y corrió a un rincón discreto por si acaso le podían las náuseas.

Elena le siguió pero apagó el móvil para darle ese momento de intimidad aunque al final Damon no llegó a vomitar. El chico se incorporó bastante pálido y descubrió que tenía público.

- ¿Qué quieres? – le preguntó un poco borde porque no se encontraba bien del estómago.

Elena dudó pero apretó el móvil en su mano, recordándose a sí misma el plan.

- ¿Estaban buenas? – le preguntó.

- ¿El qué? – pillado por sorpresa, Damon no supo a que se refería.

- Las patatas. – sonrió Elena y le mostró el móvil con la pantalla hacia él. – Me gusta tu idea esa de los vídeos, ¿qué te parece este como segundo?

La incredulidad se reveló en el rostro del chico mientras lo veía y comprendía que la mano de Elena estaba en lo que había pasado.

- ¿Cómo lo has hecho? – preguntó con un poco de admiración.

- Ah, eso es secreto. Un buen mago nunca revela sus trucos. – respondió sonriente y reprimiendo el impulso de guiñarle el ojo como sin duda haría Damon. – Te lo cambio por el tuyo.

- Buen intento, pero de eso ni hablar. – negó el chico cruzándose de brazos para recalcar que no iba a ceder ese vídeo.

- Entonces tendremos que usar los dos vídeos. – sentenció la chica.

- Pues los usaremos. – respondió Damon como si le diera igual.

- Por mí perfecto, pero nos siguen quedando 5 temas, ¿cómo vamos a hacerlo? – se rindió Elena y pasando a lo que era importante, el dichoso trabajo de Alaric.

- ¿Podemos hablarlo en otro momento? – pidió rodeándose el estómago con el brazo. - ¿Cuándo no me hayas dado algo que me destroce la tripa?

- Solo es pimienta, tendrás sed y te dolerá un poco, pero sobrevivirás. – le dijo en tono magnánimo.

- Genial. – masculló Damon con ironía por lo bajo.

- ¿El sábado por la tarde en mi casa? – le propuso pensando que era mejor fijar una fecha.

- Tengo partido. – protestó el chico.

- Cuando termines, ¿o tienes partido toda la tarde? – Elena no le creyó porque sabía que no jugaba en ninguno de los equipos del instituto, pensó que quería escaquearse.

- Está bien. – cedió Damon mordiéndose el labio. – A las seis en tu casa, ¿te parece?

- Perfecto. – asintió Elena en el momento en que sonó el timbre que los reclamaba en clase.

Ambos tenían Historia precisamente con Alaric, en el extremo del edificio y les tocó correr para no llegar tarde. Aunque Damon sí que se retrasó al tener que pararse varias veces a beber agua.

***

Esta vez Damon fue el destinatario de las risas cuando reprodujeron el vídeo correspondiente al pecado de la gula pero las aguantó estoicamente, igual que Elena en su momento.

- No es que me esté quejando, ¿pero protagonizáis vosotros todos los vídeos? – preguntó Alaric haciendo gestos para calmar al resto de sus alumnos.

Elena y Damon intercambiaron una mirada y se sonrieron levemente.

- No. – respondió el chico, sacudiendo la cabeza, y avanzó para colocarse al frente.

Elena le pasó el mando y se fue al lado de la mesa, donde Alaric estaba apoyado viendo la exposición.

- Bien, porque estaba empezando a pensar que habéis usado el trabajo para... - se detuvo porque había estado a punto de decir putearos y necesitaba un sinónimo más políticamente correcto para sus alumnos. – fastidiaros el uno al otro.

- No, es solo que nos parecieron unos buenos ejemplos. – se defendió Elena.

- Está bien, continuad. ¿Qué viene ahora?

- La pereza. – respondió Damon, continuando la exposición.

Seven Deadly SinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora