Capítulo 6: Intuición

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Lycoris, la bella flor de la muerte, la cual crece plácidamente justo en las rocosas orillas del río Estigia, guían a los muertos a sus últimas memorias hasta que llegan al otro lado del lago, en donde beberán sus aguas y olvidarán sus memorias. Y así como la función de esta flor es realmente importante, lo son también todos los miembros del grupo actual. No obstante, a Lena, quien cargaba con semejante ser sobrenatural todo el tiempo, no dejó escapar la sensación que le despertaba el nuevo integrante, puesto que éste... parecía arrastrar consigo a la muerte. Sin embargo, las cosas primero se desarrollaron de otra forma.

—Seguramente todos ustedes ya saben (si les ha contado Lena) que debo darles los detalles para enfrentarnos a esas criaturas —fue interrumpido por Alan, pues éste levantó la mano.

—De hecho, ya lo sabemos. Debemos usar los collares para eso, ¿no? —preguntó.

—En parte es eso, pero también no podemos entrar al otro plano cuando queramos, ya que debe de ser un día en específico —aclaró el muchacho.

—¿Qué quieres decir con eso? —esta vez interrogó Kadmiel.

—Las rosas gigantes que tenemos que recuperar de las manos de los demonios, aparecen sólo en una ocasión en especial, y eso es cuando llueve en nuestro mundo durante la noche —aclaró Uriel.

—¿De modo que solamente entraremos cuando llueva? —comentó parpadeando Abel.

—¿Pero y qué hay de los demás días? ¿No es mejor apresurarnos con esto para evitar que las personas mueran sin sus almas? —mencionó Alan.

—Es verdad... —el chiquillo posó su espalda en el respaldar del sofá y entonces soltó un suspiro para luego seguir hablando—. Sin embargo, me temo que ese mundo dimensional no funciona así —aclaró.

—Ahora que lo recuerdo... —se pausó Abel— Seitán nos dijo que había diferentes dimensiones. ¿Acaso es por eso?

—¡Bingo! —elevó sus manos por encima de su cabeza, y luego le hizo un guiño a su compañero mientras lo señalaba con un dedo—. Parece que aquí alguien es bastante listo —canturreó.

—¿Entonces qué pasará si vamos cualquier día que no sea de lluvia? —preguntó Kadmiel con los ojos entre cerrados; ¿en verdad era tan malo ir en cualquier momento? Ese samurái esperaba una buena explicación al respecto.

—De hecho, si vamos cualquier día, por una parte, se nos será imposible encontrar las rosas —declaró mientras movía juguetonamente sus piernas debajo de la mesa—. Pero los días de lluvia son especiales, porque se abren los puentes astrales oscuros, es decir, los demás días son de luz, por lo que, si entran en un día cualquiera al plano, no encontraremos lo que buscamos, pero posiblemente terminen conociendo gente indeseada; no todos los seres de esos planos dimensionales son de luz —detuvo al fin el ir y venir de sus pies.

—¿Otros seres sobrenaturales pueden adherírsenos entonces? —intuyó Lena mientras se llevaba una mano a la barbilla.

—Así es —informó—. Veo que estás atenta al tema Lena. ¿Sabes algo sobre cosas sobrenaturales?

Ella se vio algo incomoda cuando Uriel le fue a decir aquello, más que nada por la sensación que le estaba causando aquella diminuta sonrisa que el resto, casi... no podía notar.

—De hecho... he tenido muchas situaciones paranormales a lo largo de mi vida, así que algo de experiencia tengo —expresó.

—Eso es realmente interesante. ¡Deberías compartir algunas anécdotas con nosotros al respecto! ¡Es más, podrías hacerlo ahora ya que estamos todos reunidos! No estoy seguro cuándo volveremos a estar todos juntos, aparte, quizás la próxima nos veremos en el otro plano —aseguró.

Lycoris Merveilleux ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora