Una semana después nos dieron a Charlie y a mí de alta. Félix aún estuvo un par de días en el hospital antes de que lo dejaran irse a su casa. En cuanto los tres estuvimos fuera, se celebró el funeral.
Asistió mucha gente, tanto familiares como compañeros de la escuela, no es raro ya que Ash era alguien muy popular. Félix se mantuvo extrañamente callado durante toda la ceremonia, Charlie se veía nervioso, mientras que yo tenía que reprimir el impulso de echarme a llorar cada quince minutos.
Al final los tres nos acercamos a sus padres y hermana, me dolía mirarlos a los ojos pues su dolor, aún más intenso que el mío, se reflejaba en ellos. Amira Ferro se nos mostró tan amable como siempre, y su esposo Omar nos aseguró que siempre seríamos recibidos en su casa. Quizá no quieren perder lo último que les queda de su hijo, como yo no quiero perder lo que me queda de Ash. De cuando en cuando paso a su casa a saludar y a platicar con ellos.
Me he ido familiarizando un poco con mis cicatrices, y al pensar en mis tres amigos supongo que me he llevado la mejor parte. Por más que Félix diga que está bien, los clavos en su espalda y las fisioterapias me indican lo contrario y Charlie... la verdad es que se ha mostrado bastante independiente en cuanto a su situación, pero eso no quiere decir que sea fácil. Aunque no solo está eso, el accidente nos ha dejado heridas más grandes a no solo los que estuvimos en el, sino a todos los que sentimos la ausencia de Ash.
Estoy en el patio del colegio con Violeta y Yulia, la hermana de Ash. A nosotros tres nos dieron un mes de tolerancia en lo que somos capaces de regresar a la escuela, pero Charlie y yo ya estamos aquí, y Félix aunque pudiera volver no lo haría de todos modos. Ahora mismo el rubio está en el salón de clases, ha actuado algo raro últimamente y hablamos muy poco, pero no lo culpo, quizá lo mejor sea darle su espacio.
—Quizá fui muy dura con él —se lamentó Vi en voz baja.
Los recreos se han convertido una especie de terapia; hablamos entre nosotros con la intención de ayudarnos aunque sea un poquito.
—No, —le contesto— nunca le dijiste nada malo, y si bien lo traías loco, nunca se tomó ninguno de tus rechazos como algo personal.
—Si pero... quizá merecía una oportunidad.
—Si realmente no lo sentías, a él no le hubiera gustado. —repone Yulia.
Me he vuelto algo cercano a ella últimamente, quizá por mis visitas recurrentes a su casa o porque soy el único de los tres que se presta a hablar del tema. Considero que es mejor dejarlo salir poco a poco, así aunque no sane si deje de doler tanto.
También visito bastante a Félix, al principio Charlie venía conmigo, pero durante las últimas semanas ha dejado de hacerlo.
Siempre me he llevado especialmente bien con él, pero cuando nuestras conversaciones podían durar horas, ahora son principalmente silencio. El pelirrojo parece encerrarse dentro de si mismo y no es de menos, creo que si Ash hubiera tenido que escoger entre nosotros tres, sin dudas habría sido Félix, ambos eran extremadamente cercanos.
Me siento culpable de que no me guste el comportamiento de mis amigos ¿Quién soy yo para decirles como manejar su dolor? Es solo que los tres nos sentimos muy solos, y tristes, y estoy seguro que Félix se siente enojado con todos y con nadie, especialmente consigo mismo. Siento que nos estamos empezando a despedazar. Claramente ya ninguno es el mismo... y es cuando empiezo a preguntarme ¿Qué haría Asher en mi lugar?
A veces pienso que si cambiáramos lugares, él sabría como animar a los chicos, él sabría mantenerlos a flote, unidos.
—Iba a ofrecerme a conducir —suelto en medio del silencio, haciendo que las chicas me miren— la noche del accidente, pero él se me adelantó.
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Heridas
Short StoryLas cicatrices pueden ir más allá de la piel, enterrarse dentro de tu ser y marcarte de por vida. Yo tenía tres amigos pero a veces no todo sale como uno lo planea. Quiero contarte sobre la noche en la que dejamos de ser cuatro, donde todo se arrui...