Charlie

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La siguiente semana la pasamos intentando abordar a Charlie. ¿Cómo un chico así alto puede ser tan de escurridizo? Esto incluso parece una especie de broma; nos sentamos y él se levanta, llegamos y él se va. Sin duda nos está evitando. Tampoco contesta nuestros mensajes, pero al parecer no nos tiene bloqueados así que asumimos que no esta enojado.

Félix se ha unido a mis "sesiones de terapia" con las chicas, las cuales se van volviendo más amenas con el paso de los días. Quizá estamos comenzando a mejorar. 

—¿Por qué no van a su casa? —dijo Yulia cuando le comentamos de nuestro amigo— Si en verdad no está molesto, debería dejarlos entrar. 

Félix negó vehemente con la cabeza. Ahora que le han quitado el collarín parece mover el cuello más que antes. Él dice que ha sido liberado.

—Creemos que eso sería demasiado, —les expliqué— está claro que no quiere hablar con nosotros. No queremos arriesgarnos a presionarlo de más y que se enoje. 

—¿Y en verdad lo necesitan para hacer esto? —preguntó Vi nerviosa— Creo que con cuatro personas seremos suficientes.

—Si, no podemos hacer esto sin él. —concluyó el pelirrojo.

Afortunadamente para mí la oportunidad se me está presentando ahora mismo. Estoy en el pasillo hablando con Félix cuando veo a Charlie dejar sus libros en el suelo para abrir su casillero. Le digo a mi amigo que se adelante. Me acerco al rubio y recojo sus libros. 

—Oh, gracias pero puedo hacerlo... —empieza hasta que me ve a la cara— Rémy.

—Hola Charles —lo saludo entregándole sus libros. 

Él los recibe nervioso y los guarda antes de sacar los de su siguiente clase. 

—Oye, ¿Estás bien? Es decir, ya sabes fuera de... todo esto. —le pregunto lo más tranquilo que puedo— Félix y yo te extrañamos.

Se tensa ante eso último. Evita mi mirada y asiente despacio con la cabeza.

—Todo está genial, gracias por preguntar. —cierra el casillero y está a punto de irse pero lo detengo gentilmente poniendo una mano en su hombro.

—Espera, uhm... nosotros queríamos hablar contigo. No tiene que ser aquí si no quieres que nos vean juntos...

—No es eso. —me corta de inmediato mirándome a los ojos, en ellos puedo presenciar su nerviosismo— No es eso. Solo... —se muerde el labio inferior tan fuerte que temo que se sus dientes lo perforen— Quizá pueda hablar contigo... ¿Podemos ir a tu casa después de clases? 

—Seguro. —le contesto regalándole una sonrisa y una palmada amistosa en el hombro— Nos vemos luego.

Él asiente y se va.

Ese día el camino a casa es silencioso

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Ese día el camino a casa es silencioso. Charlie y yo caminamos a un buen ritmo, ambos intentando parecer relajados. Ambos fallando miserablemente.

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