Capítulo 3

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Domingo, 11 de julio (presente) -Emma-

El dia paso rapido y ya eran las 8:00pm me acababa de duchar, y estaba haciéndome un maquillaje, bastante natural, un color marroncito en el ojo y en los labios un color rojo que combinaba con mi vestido, el cual era del mismo color, también me arregle el cabello rizando las puntas y haciéndome un recogido en la parte de arriba.

Cuando se acercaba ya la hora de la llegada de los Bauer me llegó un mensaje de mi madre pidiendo que bajara, mis tacones sonaban en las escaleras de mármol y un olor a comida salía del salón de visitas.

—Ummm huele muy bien—dije al ver a mi madre salir del salón de visitas.

—Gracias hija— dijo acercándose a mí— hacía mucho que no te veía así de arreglada, a tu padre le hará mucha ilusión.

—Eso espero porque no he venido aquí para nada.

—Emma compórtate, ya no eres una niña— dijo mi padre mientras bajaba las escaleras— Y tu madre tiene razón, estas espectacular.

Mientras mis padres estaban en su despacho terminando de preparar unos papeles tocaron el timbre de la casa.

—¿Mamá abro la puerta?— dije gritando ya desde la entrada.

—Si tráelos aquí— respondió mi madre.

Afuera había un coche negro, vastante bonito la verdad.

—Hola— dije abriendo la puerta.

Detrás de la puerta se encontraba el señor Bauer (el cual había conocido a la mañana) y con él estaba un chico Bryce Bauer al parecer, media 1'90 como poco, tenia pelo negro y por como le quedaba el traje que traia se podria decir que pasaba muchas horas en el gimnasio.

—Hola, ¿eres Emma verdad?—sus ojos de color azul me miraron de arriba a abajo, posandose de nuevo en los mio.

—Si, ¿entonces tu eres Bryce?— él asintió amablemente y me dio la mano en forma de saludo— Buenas noches señor Bauer.

—Muchas gracias Emma, puedes llamarme Mick si quieres.— asentí e igual que hizo Bryce, Mick tambien me estrechó la mano.

—Mis padres están en su despacho, puedo acompañarlos si así desean.

—Por favor— respondió el señor Bauer.

Les lleve hasta el despacho de mis padres, toque la puerta y después abrí.

—Buenas noches Bauer— dijo Mick mientras se acercaba a mis padres y también les estrechó la mano.

—Si prefiere vamos a cenar y después venimos a firmar los últimos papeles.—dijo mi madre

Salimos del despacho y nos dirigimos al salón de invitados, mis padres y el señor Bauer iban delante de Bryce y yo.

El acento que tenían los dos era muy marcado como si hubieran vivido en Rusia toda la vida y fuera la primera vez que hablaban Español, sobretodo Bryce Bauer, si no supiera que era empresario diría que era militar o que pertenecía en alguna agencia al grupo de campo, se notaba que ese cuerpo había tenido un muy duro entrenamiento desde hace mucho tiempo.

Ya en la mesa mis padres y el señor Bauer se sentaron en la parte derecha, dejándome a Bryce y a mi un poco apartados, el estaba enfrente mío, sus ojos azules hicieron un gesto lascivo mientras mis piernas chocaban con las suyas por debajo de la mesa.

—¿Que edad tiene Emma?— dijo Bryce rompiendo el silencio que inundaba nuestra parte de la mesa.

—Veinticinco— respondí mirándole a los ojos y después bajando la cabeza lentamente— ¿Usted tiene...?

—Veintinueve, y no hace falta que me hables de usted.— Asentí y seguí comiendo, la verdad es que ya me empezaba a arrepentir de haber aceptado venir.

Pasó toda la cena y el silencio entre Bryce y yo cada vez era menos, sus ojos me miraban de forma sexual todo el tiempo y por alguna razon a el tampoco le importaba mucho que me diera cuenta, no me sentia incomoda o eso creo, de alguna forma u otra mi trabajo me enseñó a no darle importancia a ese tipo de miradas, pero la suya era diferente, era esas típicas personas las cuales te hacen sentir como un objeto sexual con solo mirarte y dedicarte algunas palabras.

La noche transcurrió rápido, mis padres firmaron los papeles que quedaban y sobre las 11:00-12:00 pm se fueron, yo estaba agotada por lo que subí a mi cuarto y en nada y menos me quedé dormida. 

Casada con la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora