T R E I N T A Y S I E T E

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Alma

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Alma.

Respirar se estaba sintiendo un poco más normal.

No obstante, el escuchar mi móvil vibrar cada dos minutos no lo era.

Rechacé una vez más la llamada entrarte de Demian y solté un suspiro, recargando mi espalda contra el respaldo del sofá en el que llevaba sentada aproximadamente dos horas, desde que había llegado a casa. Mantuve el móvil entre mis manos y con pesar, busqué en internet que más había en redes sociales sobre la noche del pelinegro y la rubia.

Había un montón de páginas que hablaba del reencuentro, y sabía que me haría mal leerlo.

Pero, ¿alguna vez has ido en contra de tus instintos solo para descubrir la verdad, sabiendo que ésta podría doler?

Pinché la primera página de internet y observé como allí aparecía la misma foto que había visto esta mañana, sin embargo, verla no dolía tanto esta vez, pero sí dolía la manera en que el escritor de dicha plataforma anunciaba que según fuentes cercanas la pareja había estado bastante cerca durante la noche, incluso compartiendo un baile en aquel conocido bar de Nueva York, de donde luego salieron juntos en dirección a un coche que los llevaría de regreso a su hotel.

Tal vez a la misma habitación, nadie lo sabía.

Lancé el móvil contra el sofá luego de leer dos páginas más, las cuales decían un poco más de lo mismo. Con aquello en mente, caminé por el pasillo con lentos pasos para dirigirme hacia el baño, en donde me despojé de toda mi ropa mientras el agua corría en la ducha, preparándose para mí. Entré unos minutos más tarde, sintiendo como el agua corriendo por mi espalda quitaba un poco la carga que había en ella.

Pero del mismo modo en que el agua corría por mi cuerpo, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

Devastada, así me sentía.

Pegué mi frente contra la fría baldosa blanca de la ducha y permití que todo aquel dolor saliera de mi cuerpo, hasta el momento en que mi trasero tocó la fría base y mis rodillas se flexionaron contra mi pecho con mis brazos rodeándolas para mantenerlas allí.

Me sentía utilizada, desechada, rota, vacía. 

¿Había algo que podría haber hecho diferente para que esto no sucediera?

No obstante, no necesité una respuesta, sabía que había dado todo de mí para que las cosas salieran bien con Demian.

Había entregado mi alma y mi corazón, los había puesto sobre sus manos y él los había destrozado.

Solté un último sollozo contra mis rodillas y me levanté, despacio, dejando que mis piernas obtuvieran la fuerza suficiente como para sostener mi cuerpo y el peso que sentía que había en éste, el cual esperaba disminuyera con los días. Mis manos se deslizaron por mi cabello, quitando el exceso de agua de éste para comenzar a aplicar un poco de shampoo, permitiendo que el aroma del shampoo que tenía en el apartamento de Demian, en donde me había bañado esta mañana, desapareciera de mi cuerpo.

Almas entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora