𝐇𝐚𝐜𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞 𝐚ñ𝐨𝐬...
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Con una tostada de mermelada en la boca cerré con llave la puerta de mi pequeño apartamento, aprovechando las manos libres, até mi largo cabello en una coleta para terminar de comerme la tostada mientras bajaba las escaleras del edificio, hasta apenas ayer me había mudado y ya odiaba vivir aquí.
El cielo aún estaba oscuro, como debía estarlo a las cinco de la mañana, seguía sorprendida de lo temprano que me había levantado para ir a la escuela pero no podía darme el lujo de llegar tarde al primer día de clases, al vivir sola ya no tendría a mi madre que me llevaba a la escuela cinco minutos antes de la hora de entrada.
Sacudí las migajas de pan en mi camisa, preguntándome si mi aliento seguiría oliendo a menta después de esa tostada.El cambio no siempre es necesariamente bueno pero tenía que acostumbrarme, había visitado Seúl pocas veces con mamá pero aún así sabía que autobús debía tomar y cuánto tiempo me iba a tomar llegar al instituto, lo que era una eternidad.
Cuando me dijeron que en la preparatoria en la que estaba no tenía un perfil apropiado para la carrera universitaria a la que quería entrar me puse a investigar escuelas que tuvieran un perfil amplio, no quería tener que mudarme de Busan a Seúl y menos aún sola, pero no habían más opciones.Mamá me había buscado el apartamento que más lejos me dejaba de la escuela, podría decirse que estaba de extremo a extremo pero según ella era un vecindario tranquilo y seguro.
Era tan tranquilo que ni un alma más que la mía se veía en la calle.
El autobús que me llevaría a la escuela se detuvo frente a mí y subí con cuidado, me senté en uno de los primeros asientos y pegué la frente en el cristal deseando que el camino fuera tan largo como lo esperaba, llegar a la mitad del segundo año como una alumna nueva podría ser muy incómodo.
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— Clase, una nueva alumna se nos unirá el día de hoy... — el profesor volteó a verme indicando que pasara al aula y eso hice, tímidamente y sin ver nada más que no fueran las puntas de mis zapatos negros con hebillas. — Ella es Alexandra Jung y viene de Busan, ¿correcto? — Asentí dos veces antes de levantar la cabeza con más seguridad y ver a mis nuevos compañeros, no sé por qué pero esperaba ver algún rostro familiar.
— Espero que sean amables con ella, hay varios asientos vacíos puedes elegir el que quieras.
Antes de siquiera ver las opciones para sentarme empecé a caminar entre las filas cuando una voz amigable se dirigió hacia mí desde el fondo.
— ¡Siéntate aquí! — alcé la vista para ver de quién se trataba, una castaña sacó una mochila del asiento a su lado y lo señaló con una sonrisa en los labios.
Su acto me pareció tan amable que me fue imposible ignorarla y caminé hacia el fondo.