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Durante unos dos meses estuve siguiéndole la corriente a los chicos pero pronto me di cuenta de lo que quería decir el profesor.
El grupito podía ser una mala influencia si me dejaba llevar, no hacía(mos)n nada más que salir después y entre clases, entregar trabajos tarde y prácticamente ignorar la escuela. Vivíamos en un fin de semana que nunca parecía terminar.No era como si a mí no me gustara pasar el tiempo con ellos pero era malísima como para tener un ojo en los chicos y otro en los proyectos, me distraía con facilidad y necesitaba enfocarme en el último año de prepa, debía subir mis calificaciones y dar mi mayor esfuerzo.
Ahora tenía el trasero sentado en la silla de mi escritorio batallando con unas operaciones de cálculo que aún no lograba descifrar, las matemáticas no eran mi fuerte.
Dibujaba flores que después borraría en el borde de mi cuaderno, pensando tal vez en irme a dormir ya cuando la pantalla del celular se iluminó y rápidamente lo tomé para ver la notificación, era un mensaje de texto de un número conocido.
¿Estás en casa?
Desbloqueé el celular y contesté un simple
Sí.Mira por la ventana.
Dejé el aparato y fui a abrir la ventana que quedaba a un lado del escritorio, me impulsé con las manos en el marco para ver fuera y al sacar la cabeza choqué con una rama llena de flores blancas de las que varios pétalos se quedaron atrapados en mi cabello, los ignoré llevando mis ojos hacia abajo, allí estaba Kun a un lado de su auto con las manos dentro de sus jeans.
— ¿Puedo subir? — preguntó en voz muy alta para que pudiera oírle en el segundo piso.
— ¡Claro! — Le grité de vuelta y seguí con la vista al castaño hasta que entró en el edificio y lo perdí.
Sonreí, justo en este momento cualquier distracción era buena.
Me alejé de la ventana y corrí por toda la habitación principal recogiendo cosas que estaban fuera de lugar, entre ellas habían zapatos, ropa y envolturas de dulces.
El timbre sonó cuando estaba escondiendo todas las cosas dentro de mi habitación.— ¡Ya voy! — Pateé un short que se había quedado atorado en mi pie y cerré la puerta de la habitación a mis espaldas, luego volví a correr a abrir la puerta casi tropezando en el intento. — ¡Hey!
— Hola, Al. — me saludó mostrando sus lindos hoyuelos.
— ¿Qué haces por aquí? — le indiqué con un movimiento de mano a que pasara y así lo hizo. Caminé con los pies descalzos por la sala de estar con Kun detrás de mí y nos sentamos en un sofá. — Creí que estarías con los demás. — Me dí una cachetada mental por decir eso, se suponía que había ignorado el mensaje del chat grupal en el que me invitaban a salir otra vez.