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23 de enero de 2018

—No puedo creer que Johan no me deje ver a mi hermano —expuso Luna mientras caminaba de un lado a otro en la sala de la casa.

Tenía que mantener la calma, tenía que hacerlo. Se detuvo y respiró profundo para después soltar el aire lentamente, intentando mantener sus nervios a raya.

—Por favor, pídele que me deje —pidió cayendo rendida sobre el sofá.

—Te dejará ir a verlo —dijo Alexander sentándose a su lado recargándose cómodamente sobre el reposabrazos a la vez que se llevaba a la boca un trago de cerveza.

—¿Cómo es que piensas eso? —preguntó comenzando a perder un poco la calma—, apenas llegamos se encerró en su cuarto.

—Está haciendo una llamada importante.

Ella respiró profundo una vez más. Si quería lograr algo tenía que mantenerse serena. Abrió la boca para tratar de persuadir al chico a su lado, pero justo en ese momento el timbre de la casa sonó, impidiéndole hablar.

—Ahora vuelvo —le dijo el pelinegro colocando el vaso de vidrio sobre la mesa para después levantarse y caminar hacia la puerta.

Luna infló sus mejillas y comenzó a juguetear con sus dedos. Necesitaba estar junto a Edmond en ese preciso momento. Ella, hasta ahora no había hecho nada imprudente porque sabía que era la mejor manera de proteger a su familia, pero ahora comenzaba a dudarlo.

—¿Pensando en tu hermano? —la voz a su lado la sobresaltó.

No se había dado cuenta de en que momento Johan se había sentado junto a ella.

—Tienes que dejarme ir —susurró con ojos suplicantes. No le gustaba mostrarse débil, pero no podía abandonar a su hermano en esas condiciones.

—Y lo haré —le dijo dándole la mirada más compresiva que había visto en él—. Sé lo importante que es la familia —expuso mientras se ponía de pie.

Ella lo miró anonada por unos segundos, sin entender muy bien por que había cedido tan rápido.

—Hola, Irene, un gusto verte — el chico saludó a alguien a sus espaldas.

Ella volteó inmediatamente hacia atrás para encontrarse con la mujer que siempre iba a arreglarla cuando había alguna fiesta. Lo único que hizo ella fue sonreírle.

—Irene te ayudará con tu imagen. Necesitamos que no te veas como tú —explicó el chico de ojos verdes.

—¿Qué? ¿Cómo? —La confusión era evidente en su voz.

—Quieres ver a tu hermano —habló Alexander apareciendo detrás de Irene—, para eso es necesario que Luna Eason no se parezca en absoluto a Luna Ainsworth —dijo mientras se dirigía hacia la mesa dispuesto a tomar el vaso que yacía sobre ella.

—No entiendo... —expresó confundida.

—El señor Peter no conoce tu apellido y esa es una gran ventaja —expuso Johan— Es probable que el señor Peter este vigilando, por lo tanto tiene que ver a alguien totalmente diferente a ti.

Ella asintió lentamente, comenzaba a entender. Necesitaban algo que desviara su atención de su familia.

—Ahora ve con Irene —dijo el chico de ojos verdes—. Cuando bajes te explicaremos los detalles.

Ella sin más que decir y con una mirada de agradecimiento siguió a Irene hasta la habitual habitación donde siempre la arreglaba. Entraron  y entre platicas cortas consiguieron un resultado bastante convincente.

Bajo la Portada (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora