Capítulo 8

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Hela

Abrí mis ojos y rápidamente los cerré ya que me estaba dando el sol en toda la cara. Poco a poco los fui abriendo, adaptándome a luz, puse una mano en mis ojos y mire hacia la ventana y note que las cortinas estaban abiertas. Genial. Bufé y me tapé con la sabana hasta la cabeza dispuesta a volver a dormirme hasta que mi cerebro entró en razón y abrí mis ojos a la velocidad de la luz, me di cuenta de que en la cama en la que estaba, no era mi cama, que la habitación en la que estaba no era mi habitación y la ventana con la que me había cegado hace unos segundos no era mi ventana.

Me destape lentamente y me enderece en la cama hasta quedar sentada dejando mi espalda tocando la cabecera de la cama. Empecé a recordar lo de anoche y conforme venían recuerdos a mi cabeza más me lamentaba haber bebido.

No vuelvo a beber en mi vida, puto alcohol.

Dios mío que vergüenza. Puse mis dos manos en la cabeza asimilando el ridículo que hice ayer. Bufé con mis manos en mi cara, vale no pasa nada, lo que pasó, pasó, fue por culpa de la cerveza, tengo justificación.

Nota mental: no volver a beber cerveza nunca más.

Me levante de la cama y me dirigí al baño, me puse delante del espejo y mire mi cara, madre mía que pintas llevo. Me eché un poco de agua en la cara y me hice una coleta. Cogí el colutorio y me enjuagué la boca.

Ya un poco más decente salí del baño y salí de la habitación abriendo la puerta lentamente, noté dos voces hablando de fondo.

—Es increíble que haya tenido que ir a por ti al bar, ya eres mayorcito para hacerte cargo de ti mismo ¿no crees?

—Asher... Si quieres después me echas la bronca del siglo, pero ahora mismo prefiero que te calles, mi cabeza está a punto de estallar.

—Encima...

Seguí las voces hasta el final del pasillo y llegué al salón donde me encontré a Ian y Asher.

—Hola...

Cuando ellos notaron mi presencia, Asher me sonrió e Ian alzó la cabeza que la tenía apoyada en la encimera de la cocina, hizo un gesto de sorpresa al verme ahí y sonrió ampliamente para luego girarse a ver a su hermano.

—Buenos días—dijo Asher abriendo la nevera.

—Buenos días, chicos —avance hasta sentarme en el taburete de la isla de la cocina.

—Pero ¿qué ha pasado aquí? —pregunto Ian con las cejas alzadas.

—No pienses cosas que no son Ian —saco un zumo de la nevera—¿quieres un poco Hela?

—Si, gracias.

—¿Entonces que hace con tu ropa puesta? —pregunto divertido.

—¿A ti no te dolía la cabeza? Pues cállate —le dijo Asher a su hermano.

Asher me sirvió un vaso con zumo de naranja, le murmure un gracias.

—Es que anoche Asher me iba a llevar a mi casa, pero yo no me acordaba de la calle y me trajo a su casa y me dejó dormir aquí—explique.

—Si que ibas borracha como para no acordarte de donde vives —rio levemente.

Asher golpeó un poco fuerte el vaso haciendo que Ian se callara y tocará su cabeza con molestia. Asher sonrió al ver su reacción.

—Deja de avergonzarla hermanito, te recuerdo que tú te pones peor, tanto que te he tenido que recoger del bar porque si no el dueño te iba a pegar un tiro—se burló Asher.

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