Capitulo 11

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H E L A

No os voy a mentir, me siento como la mierda. Dolor de cabeza y garganta, náuseas, escalofríos... Típicos síntomas de un buen resfriado. Genial, mi vida mejora por momentos.

Como no puedo faltar al trabajo ahora estoy trabajando en la cafetería y creo que era mejor opción haberme quedado en casa ya que tuve un mareo hace como media hora y tiré una taza de café.

—¿Te encuentras bien? —me pregunto Sarah mirando mi mala cara.

—No, no me siento muy bien— me apoye en la barra y me frote los ojos con cansancio.

—¿Y eso por qué? ¿estas enferma? —pregunto preocupada.

—No, no, solo estoy un poco mareada, pero nada que no pueda controlar, mejor me voy a prepararle otro café a la señora— fui hacia la máquina de café y empecé a servir uno.

—A ver, ven aquí— se acercó a mí y puso su mano en mi frente —Dios, pero si estas ardiendo Hela. No puedes trabajar así.

—Voy a trabajar igual Sarah no puedo faltar al trabajo.

—Pero tampoco puedes trabajar en estas condiciones —me regaño.

—Sarah por favor déjame en paz me duele la cabeza y no estoy para soportar regaños de nadie— me queje cerrando los ojos.

—Cállate y escúchame, ahora mismo vas a coger tus cosas y te vas a ir casa ¿me has entendido? —puso sus manos encima de las mías para que dejara de hacer lo que estaba haciendo.

—Sarah, no.

—Hela, si, vete a casa y descansa yo te cubriré.

Le puse mala cara, pero acepté.

—Está bien—cedi— gracias por cubrir mi turno.

—No es nada, luego pasare a verte ¿okay?

—Okay.

—No te doy un abrazo porque no quiero que me pegues tu resfriado.

La mire mal y solo para molestarla me chupe el dedo y se lo restregué por la mejilla.

—¡Hela serás asquerosa! —paso su mano por su mejilla repetidas veces para limpiar mi saliva.

Yo me reí y eso provoco una tos horrible en mí.

—Mejor me voy—dije todavía tosiendo.

Fui a por mí bolso que estaba en la trastienda y me fui por la parte trasera de la cafetería. Esa puerta la usábamos para tirar la basura y no tener que sacarla por la puerta delantera. Obviamente no me iría a casa caminando como normalmente hacia así que cogí un autobús de camino a casa, como veinte minutos después llegue a casa bastante cansada incluso pensaba que me iba a desmayar.

Directamente me fui a mi habitación concretamente hacia la cama, me quité los zapatos y me metí debajo de las sabanas y me cubrí hasta por encima de la cabeza, me hice un ovillo y me dispuse a dormir.

Bzz, bzz

Oí a lo lejos una vibración de un teléfono, gruñí en respuesta, cogí la almohada que tenía debajo de mi cabeza y la puse encima de mis oídos intentando desaparecer el molesto zumbido. Cuando pensé que ya había parado de vibrar me acomodé mejor en mi cama dispuesta a volver a conciliar el sueño, pero volvió a sonar. Molesta me reincorporé en la cama y cogí el dichoso móvil.

Putos móviles, siempre fastidiando los mejores momentos.

Conteste la llamada sin mirar quien era y cuando iba a protestar la otra voz empezó a hablar.

Nuestro destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora