En la misma mesa a la misma hora de siempre, todo se agita y se mueve sin cesar. Veía pasar a la gente, que con empeño, buscaban un destino que no dejarían de buscar.
La noche llega y la luna brilla intensamente, anunciando alguna esperanza que no vendrá. El tiempo pasa en el mismo sitio eternamente, y el miedo se adueña de aquel lugar.
Un vaso de cristal, sin cambios aparentes, solo muestra el paso del tiempo implacablemente. Esperamos, quizás por años enteros, mientras veo el mismo niño en brazos de aquellos que lo quisieron.
Recuerdo aquel día donde todo se oscureció, y nuestros sueños se desvanecieron. Me senté en esta mesa y ya no me moví, y aquí descansé de toda la pena que sentí.
Esta mesa que soportó mi peso por tanto tiempo, hoy descansará de toda mi tristeza. Poco a poco, la esperanza vuelve en bocanadas de aire, esperando que llegue a tus mejillas y seque tus lágrimas de desespero y desamparo.
Hasta que una luna azul te abrazó, y te llevó a su lado donde encontrarás el descanso.