—Quizá este embarazada, hijo.
—No asustes al hombre, estoy segura que fue un bajón de azúcar. De niña le dieron muchos.
—Déjense de sandeces. Debe de ser la impresión de su abuela, es más que suficiente para provocar un desmayo.
Escuchaba a todos a los lejos, pero, no podía despertar. Era como si estuviera paralizada o sumida en un sueño profundo.
Sabía con exactitud que todos esperaban atentos a que despertara y sí, yo también quería hacerlo.
—¿Ella padece de algo muchacho?
—No, ella está completamente saludable. De eso estoy más que seguro.
—Traeré un poco de alcohol —mi tía Delia hablo mientras se alejaba a paso rápido de la sala, podía asegurarlo por sus zapatos que en menos de unos minutos estuvo de vuelta.
—Aquí tienes, Dylan.
Un pequeño olor se acerco a mi nariz, haciendo que mi conciencia volviera, un olor demasiado fuerte, casi asfixiante.
Tosí un poco.
Mi vista se nublo al abrir un poco los ojos. ¿Por cuánto tiempo había estado desmayada sobre el suelo de la funeraria? Una mano en mi cintura se me hizo familiar. Dylan me sostenía suavidad mientras dejaba el pequeño algodón sobre la alfombra.
Su rostro lucia preocupado.
—Estas bien, ¿cariño? —susurro.
Asentí algo aturdida.
—Sí, ¿qué me paso?
—Te has desmayado de nuevo.
Mi tía Delia se acerco a mí y acariciaba un mechón de mi cabello que había salido de mi coleta, una sonrisa dulce se asomo en sus labios y me ayudo a levantarme junto a Dylan.
Sacudió mi traje y coloco su mano en mejilla.
—Debes ir al médico por un chequeo, no vaya a ser algún desequilibrio.
Negué.
—Suele pasarme cuando tengo mucha presión en el día.
—Bueno, Dylan cuídala mucho.
El asintió sonriendo.
Tarde.
Deje mi bolso sobre el sofá y sostuve mi cabeza entre mis manos durante unos segundos. Dylan, les había dicho a todos que los mareos eran normales y que no era de preocuparse. Conducimos toda la noche despacio, puesto nos quedaba cosas por hablar de asuntos que tuvimos en mente antes de mudarnos.
—Deberías darte una ducha de agua fría e ir a la cama. —acaricio mis hombros con delicadeza mientras luego quitaba mi chaqueta.
—Estoy bien.
Murmure, demasiado bajo.
—Las mujeres siempre dicen “estoy bien” cuando en realidad no lo están.
―Te has vuelto experto con el tiempo en el tema de las chicas.
El sonrío satisfecho.
―La voz de la experiencia habla.
Dude unos segundos antes de responderle.
―Eso quiere decir que has tenido más de veinte novias.
Se encogió de hombros.
―Y una esposa debo decir.
Ladee el rostro para mirarlo con los ojos entrecerrados.
El de inmediato me dio una sonrisa suave y refrescante.
―Ve a darte la ducha de agua fría mientras hago la cena y la subo, ¿de acuerdo?
Asentí levantándome del sofá.
Un beso cálido pero tierno se poso en mis labios, siempre Dylan me quitaba las palabras cuando quería.
―Tendrás más, si vas y descansas.
Para cuando subí las escaleras de madera, que rechinaban debajo de mis pasos, una bocanada de aire fue algo que necesitaba. Estaba segura de que la casa, tenía algo y eso lo averiguaría luego.
Noche.
Luego de darme una larga ducha de agua tibia y meterme a la cama, decidí leer un libro que había pospuesto meses atrás por falta de tiempo. Casi nunca tenía tiempo, ni para mí y mucho menos para leer un libro.
Se frotó los ojos, y se acercó al cuadro y lo examinó de nuevo. No había señales de cambio alguno cuando miró la pintura, y sin embargo no quedaba duda que la expresión se había alterado. No era sólo su propia impresión. Era horriblemente obvio. Se lanzó sobre la silla, y empezó a pensar. De repente pasó por su mente lo que había dicho en el estudio de Basil Hallward el día que el cuadro fue terminado. Lo recordaba perfectamente. Pronunció un deseo enfermizo de que él pudiera permanecer joven, y que el cuadro envejeciera; que su hermosura permaneciera inalterada, y que su rostro en la tela soportara la carga de sus pasiones y pecados; que la imagen pintada se marchitara con las líneas del sufrimiento y el pensamiento, y que él mantuviera la flor y el encanto casi consciente de su adolescencia. ¿Con seguridad su deseo no se había cumplido? Esas cosas son imposibles. Era monstruoso sólo pensar en aquello. Y sin embargo, ahí estaba el cuadro frente a él, con un toque de crueldad en la boca.
― ¿Dónde está la mujer más hermosa del universo?
La voz de Dylan me saco de la trama del libro y mire hacia la puerta de baño, para ver su rostro iluminado por la escasa luz de la habitación.
El se acerco cuando le brinde una sonrisa y bajaba el libro para sostenerlo entre mi regazo.
― ¿Ese es el libro que quería que leyeras hace meses atrás?
Baje la vista y rodee los ojos.
―Sí.
―Es el libro mas majestuoso de Oscar Wilde. Te encantara pero ahora… ―se acerco a mí para quitarme el libro de las manos. Una sonrisa socarrona cubrió sus labios y pude saber que era lo que intuía―, quiero que vayas conmigo abajo y comamos juntos. Deseo hablar contigo sobre…
Mire sus ojos.
―No hablaré nada de ello. Todo menos eso.
Él se dio por vencido y quito la sabana que me cubría las piernas. Deslizo mi brazo por su cuello y me tomo en sus brazos para bajar las escaleras.
Pd. Siento que no haya subido en largo meses pero queria darles la sorpresa de publicar hoy.
Se que no es muy largo pero es la segunda parte del capitulo 2. Espero les guste.
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Ronnie. (2017)
ParanormalLa joven Verónica "Ronnie" Darwin de veinticinco años, escritora y con una peculiar habilidad de ver muertos y comunicarse con ellos, es llamada por la repentina muerte de su madrina debido a un ataque al corazón. Para ello debe viajar a Portland...