Solamente una Travesura

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Rika había estado parloteando por varios minutos, yo no ponía demasiada atención. Estaba tan inmersa en mis pensamientos que ya sentía que la única que realmente se había apresado era yo, aún más de lo que me había hecho mi padre por mí seguridad.

Podría jurar que en mi mente había un mundo aparte que desde el incidente había estado trabajando a mil por hora, con cientos de enanitos dispersados por todo mi cerebro sacando conclusiones y poniéndome en muchos escenarios; y para mí desgracia, ninguno nunca terminaba bien.

Tal vez necesitaba la distracción de Rika, de lo contrario, habría entrado nuevamente en ese extraño modo zombie en el que llevaba estás dos últimas semanas.

— ¿Entonces? ¿Cuál es tu idea?

Pregunté a mi amiga con algo de temor. No era que no hubiésemos saltado antes alguna que otra clase para ir a alguna tienda o probar pastelillos en alguna nueva cafetería. Y eso, aún sin yo saberlo, dos semanas atrás, me había salvado.

—Pues podemos escapar de tú guapísima sombra e ir por un dulce. ¿No?

Su tono era irónicamente inocente, acentuando lo guapísimo de Kazuto. Por supuesto no me molestaba, ella era así.

¿Quién podía negarse a Rika cuando insistía? Yo no.

—Bien, pero si es para "escapar" de él, él no puede notarlo, no quiero imaginar la furia de mi padre si llega a acusarme.

Y la furia que caería sobre él mismo, si mi padre se entera que no ha podido seguirle la pista a su pequeña hija de aún quince años... lo mataría.

Cerré mis ojos tratando de empujar esa última idea de mi cabeza. Todo lo que pensaba últimamente era así: horriblemente pesimista.

Aunque bien creo que nadie debería culparme por eso.

— ¡Claro! Solo por unos dulces.

Juntó sus manos frente a ella, decidida y volvió a hablar.

—Cuando lo note, no le daremos tiempo de desesperarse a llamar a tu papá, porque ya estaremos aquí.

Mentalmente crucé mis dedos porque así fuera. Me repito, que necesito esa esencia que solo mi amiga da a mi vida. Después de todo, ella parecía lo único real y normal que había en mi mundo.

—Bien, no lo veo por ningún lado, vamos por detrás.

Confirmé mientras miraba en todas las direcciones, convenciéndome que sería divertido ir por esos dulces.

Aunque no por nada lo que imaginaba era pesimista.

La parte trasera de la escuela, era un gran muro y luego sobre él una reja, entre ambos tenían cerca de dos metros y medio. Hace tiempo se corría el rumor de que aunque los profesores lo creyeran totalmente a prueba de fugas, una pequeña zona en particular, cerca de un gran cedro antiguo, la reja estaba solamente sobrepuesta. Rika y yo lo habíamos comprobado hace dos meses. Un espacio de poco más de un metro que podíamos empujar para salir.

Ella había pasado antes que yo, luego le extendí mi bolso y me dispuse a salir; yo estaba más nerviosa de lo común y, mis nervios, tenían un culpable: Kazuto.

Seguramente él ya se habría percatado que no puede encontrarme, nadie más en todo el recinto tenía el cabello como lo tenía yo, por lo que si mirara a través de las ventanas a mí clase, no habría nadie con quién él pudiese confundirme.

Por estar distraída, no noté que no había empujado del todo bien el enrejado para salir y me había rasgado el uniforme.

— ¡Auch!

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