entre libros y café

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Me dirigía a la nueva cafetería que habían abierto en la ciudad, era una "cafetería para lectores" y como yo amaba leer y tenia un buen libro este lugar me venia como anillo al dedo. Al entrar pude sentir ese agradable olor a café que llenaba mis pulmones con su fragancia, no había nada mejor que acompañar un libro con un buen café; me senté en una mesa cercana a la chimenea ya que en los últimos días de vacaciones de verano helaba demaciado, me dispuse a leer mi libro, se llamaba "la poesía de los locos" trataba de un hombre que convertía cosas triviales en poesía hermosa y armónica, este se enamora de una mujer que ama escuchar sus versos pero a la vez esta sufre de una enfermedad mortal e incurable, después de la muerte de su amada el escribe un ultimo poema para ella y así luego quitarse la vida, era una historia tan trágica pero tan romántica, realmente me gustaba. En eso oí la campanilla de la puerta anunciando que alguien había llegado al recinto y ahí frente mis ojos se encontraba un hombre alto y de cabello negro, vestía un suéter color veich y unos jeans, era muy guapo y emanaba una aura de seriedad, pero lo que más llamo mi atención fue que en sus manos llevaba "la poesía de los locos" el mismo libro que leía yo, se sentó a unas cuantas mesas de mi y empezó su lectura de inmediato, trate de seguir leyendo mi libro pero me desconcentraba a menudo porque me ponía a ver sus ligeras expresiones al leer, al igual que yo se quedaba hasta que cerraban la cafetería y volvía el día siguiente para continuar la lectura, así paso aproximadamente una semana y de la nada un día él repentinamente se acercó a mi mesa a hablarme.

–¿me puedo sentar?–dijo con su voz profunda y suave.

–c-claro–dije nerviosa, él se sentó en la silla sin hacer ruido.

–me di cuenda de que me observabas. –me puse colorada.

–bu-bueno, no se ve muy a menudo que alguien lea "la poesía de los locos"–dije apuntando el libro que llevaba en el brazo.

–¿mh? Ah, era eso....–dijo riendo.

–¿porqué?

–nada, y ¿qué tal el libro?–dijo apoyando su cuerpo en la mesa.

–me fascinó el poema que le escribió a Mía, ”el amor es como las flores, se rompe y estropea si tratas de alcanzarlo demaciado y al tener una vida tan corta y efímera duele demaciado cuando se marchita antes de tiempo, por eso, guardaré nuestro amor en las paginas de un libro para así conservarlo por siempre." –ambos terminamos de recitarlo al unisono, nos miramos a los ojos y soltamos una risilla.

–me encanta ese poema– dijo apoyando su cara en su mano.

–es mi favorito–dije sonriendo.

–¿te gusta leer?

–sip, me gustan las novelas de misterio así que esta es la primera romántica que leo y me dejo fascinada.

–para mi es lo mismo–hablamos durante más de una hora sobre muchas cosas que teníamos en común, la música, la estación de año favorita, los animales y muchas cosas más.

Salimos de la cafetería ya que él necesitaba ir a comprar cigarrillos y le pedí si podía acompañarlo a lo que él no puso objeción, Caminábamos por la blanca calle cubierta de nieve, yo sentía frío y él al darse cuenta de esto se saco su chaqueta y la puso sobre mis hombros para que me calentara.

–pero te dará frío–dije afligida.

–dejame ser genial frente una chica linda–me guiño el ojo, yo me sonroje, él metió sus manos a sus bolcillos ya que aunque no lo admitiera tenia frío, entonces yo cogí una de sus manos y la coloqué entre las mías que estaban calientes.

–¿mejor? –él se quedó en silencio unos segundos, luego me tomo del brazo y me puso contra la pared helada.

–si actúas así no podre controlarme–me sonroje como un tomate, él me miraba fijamente con sus ojos verdes pardoso, toco mis labios con las yemas de sus dedos que al estar frías hicieron que diera un pequeño respingo, se acercó lentamente y antes de besarme me miro pidiendo aprobación la cual concedí sin vacilar; el beso al principio era lento y delicado, luego empezó a morder mi labio pidiendo más, ya no sentía frío alguno, jade ligeramente debido a la pasión.

–p-ara un segundo–me faltaba el aliento, él me miro a los ojos y luego me abrazo fuertemente.

–me gustas–yo me sonroje nuevamente.

–igualmente...–el me miro relajado y tomo mi mano.

–si no vamos a comprar ahora van a cerrar– yo asentí.

Él cogió mi mano sin mirarme a la cara, caminamos en total silencio unos minutos hasta que compramos los cigarrillos y antes de despedirnos le dije:

–me gustaría verte mañana pero tengo escuela –hice un pequeño puchero.

–¿escuela?–me miro sorprendido.

–sip, tengo 16 después de todo–sonrei

–ya veo.....–él parecía desanimado.

–bueno, me voy, llegó el bus–antes de subir el cogió mi mano y beso la puntas de mis dedos.

–hasta pronto.

No sabia que ese "hasta pronto" seria en el lugar más inesperado. Pude ver su silueta mientras me alejaba en el bus con mi corazón todavía palpitando con fuerza.

No somos solamente profesor y alumnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora