Capítulo 9 (Parte 2): Soltar

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Narra Peter.

Aparqué el coche delante del edificio que me había indicado Úrsula, supuestamente, sobre esta hora Martina, debería estar saliendo para encontrarse conmigo en casa. Desde que me había sido infiel no confiaba en ella y ya no podía seguir haciéndome el tonto con los rumores de que seguía con ese pibe. Tenía que verlo con mis propios ojos y acabar con todo porque lo había intentado con todas mis fuerzas pero siempre tenía algo en mi cabeza que me decía que no confiara, y esos últimos ocho meses, estaban siendo un infierno. Martina se vivía enojado conmigo porque decía que era un paranoico, que había sido una sola vez y que no por eso tenía que aguantar mis planteos. A mi me resultaba muy difícil explicarle que yo estaba intentando confiar en ella pero que me sentía inseguro y que si le hacía preguntas era para sentir que no me ocultaba nada. La vi salir con Pepe, el chico con el que me había puesto los cuernos, se acercaron hasta el coche de ella y la besó.

—Qué hija de puta… —me bajé del coche queriendo decirle de todo pero a medida que me fui acercando me calmé, no valía la pena.

Pepe se separó de ella y se me quedó mirando, así que Martina se giró y empezó a llorar al verme.

—Hoy mismo voy a sacar todas mis cosas de tu apartamento —le dije muy serio.
—¿Como que tus cosas? —me preguntó él confuso —Fui varias veces a su casa y ahí no hay nada tuyo.
—Habrás ido al otro departamento, al que está al lado de la Universidad pero ahí no pasamos tiempo porque su viejo nos dejó uno para los dos hace unos meses.

Martina no sabía donde meterse y por la cara que puso Pepe comprendí que él tampoco estaba enterado de mi existencia.

—Así qué me mentiste, no le habías dejado y llevas ocho meses jugando con los dos —le recriminó y ella siguió llorando sin decir una palabra —¡¿No vas a decir nada?!
—Yo... Yo... Solo... Quería... Pasarlo bien —contestó llorando y angustiada —No quería lastimar a nadie... Los dos me aportan cosas distintas.
—Se acabó —contestó él —Ni quiero verte más —se dio media vuelta y se metió en su edifico.

Por primera vez no me daban pena sus lágrimas, tan solo se me veían a la cabeza todas las veces, en estos meses, que me llamó loco, paranoico, que me gritaba, que me decía que la agobiaba… Y me siento muy imbécil porque a pesar de lo que me había hecho yo había elegido intentar recuperar nuestra relación porque la quería y me había imaginado toda mi vida con ella. Ahora, mirándola, solo puedo sentir asco.

—Lo siento mucho Peter… Fue una estupidez lo que hice, pero me sentía viva, no pretendía jugar con nadie… Y menos con vos, que sos el amor de mi vida —se acercó y me acarició la mejilla.
—Siento pena de mi mismo por lo poco que me quise para seguir con vos… —le aparté la mano —No te mereces a alguien como yo y por suerte, ahora veo, que yo tampoco me merezco una mina como vos.
—Podemos arreglarlo, amor —se colgó de mi cuello —Podemos hacer que funcione.
—No, Martina —la quise aparte pero se agarraba con fuerza —Se terminó. No me merezco lo que me hiciste.
—Tomate unos días... Pensalo... Te podés ir de vacaciones con el Chino ¡Yo lo pago todo! —me abrazó —Y así lo pensás más tranquilo.
—No me interesa que me pagues nada, basta Martina, soltame.
—¡Si me dejas te vas a quedar sin laburo! —exclamó enojada y se soltó.
—Me importa un carajo —contesté y me fui directo a mi coche.

Cuando arranqué empecé a llorar, por rabia, por tristeza, por decepción… Me dolía mucho pero sabía que era la mejor decisión. Aunque me quedara sin trabajo y tuviera que volver a la obra o a buscarme la vida haciendo cualquier otra cosa... Además, siempre podía volver a casa.

———

De Mariana Espósito
Para Juan Pedro Lanzani.

Hola gallego.
¿Como estás? Te estuve llamando pero no comunica tu celular. Necesito a mi amigo... Terminé con Santiago y la verdad que ahora que pasaron unos días no puedo creer como estuve tanto tiempo metida en esa relación... Tengo tanto que contarte, ojalá puedas llamarme. Te quiero.

—Hola chiquita —la saludé cuando la vi aparecer en pantalla.
—¿Que onda, Pedro? —se cruzó de brazos —Cero señales de vida desde hace meses, menos mal que te mandé un email.
—Resulta que te tenía desviadas las llamadas y bloqueada del WhatsApp...
—¡Por eso nunca te llegaban mis mensajes!
—Creo que fue Martina... Bueno lo sé porque yo no lo hice y la otra persona que agarraba mi celular era ella —me encogí de hombros —Pero se terminó hace unas semanas.
—¿Y como estás?
—Bueno un poco triste pero mejor que antes. La verdad que creo que di todo por ella... La veía como el amor de mi vida y me estuvo o engañando con otro meses... Encima lo peor no es el engaño sino que me hizo creer que estaba loco, paranoico... Una mierda ¿Vos como estás?
—Bueno a mi también me pusieron los cuernos, entre otras cosas, pero estoy mejor. Me siento libre. Dejé el laburo y me voy a ir en unos días a Cariló con mi abuelo —sonrió —Volver a casa es todo lo que necesito.
—¿Sabés que yo también pensé en volver? Me quedé sin trabajo así que no me ata nada acá. Además la casa de Cariló está cerrada... Podría arreglarla y vivir ahí ¡Mandame fotos cuando estés ahí!
—Ojalá vengas, sería genial estar juntos otra vez en casa.
—Puede que te sorprenda y esté por ahí pronto —sonreí —Me vendría bien volver a casa... Sentirme feliz, tranquilo y sin presiones.
—¿Y tus viejos?
—Ellos están bien, mamá quiere volver también y creo que después de tantos años podrían hacerlo sin que sea un drama. Habla mucho con tu papá, eso me pone feliz.
—Si... Desde la vez que vino escucho a papá decir que hablan todas mas semanas.
—¡Adora a Florencia!
—Es que es maravillosa, lo hace tan feliz.
—¿Y Merche?
—Y bueno, mi mamá ya sabés, no volvió a ser la misma... Apenas la veo algunos días al mes. Sé que ahora se veía con alguien pero poco más. Creo que fue la que peor llevó todo esto... No sale del pozo.
—Ya encontrará a alguien, seguro ¿Y Cande?
—Feliz viviendo con Andrés, trabajando... Y volvió a retomar la búsqueda de su familia biológica. Quiere encontrarles a toda costa.
—¿Tiene alguna pista?
—Encontró la casa de la infancia de la madre, en el interior, pero la familia se fue de ahí y la vendieron. Ahora sabe el apellido que es Vetrano, pero nada más.
—Yo no sé si querría saber...
—Se puede llevar un palo terrible pero la entiendo... Lo necesita.
—Bueno, La, me voy a ir a dormir porque es muy tarde. No estamos hablando ¿Si? Espero las fotos de Cariló.
—¡Obvio! Te quiero Lanzani, sos lo más.
—¡Vos, La La Land!

Tal vez todo lo que necesitaba era volver a mi lugar favorito en el mundo, para sanar, para tener paz... Para conectar nuevamente con lo que siempre me hizo feliz.

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GRACIAS

PD: la situación que vivió Lali con Santiago (aunque es muy obvio para quien lo ve desde fuera) no lo es tanto para ella y puede que no consiga procesarlo aún o que jamás lo haga. Muchas mujeres viven calladas y es una triste realidad. No la presionen, dejen que haga ella solita su proceso ❤️

Mi Lugar Favorito En El Mundo ||Laliter||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora