Introducción.

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Nietzsche ha sido el filósofo del siglo XX y está en camino de convertirse en el filósofo del siglo XXI. No cabe duda de que su influencia es abrumadora. Sus ideas siguen interviniendo, ostensible o disimuladamente, en los debates intelectuales y en las corrientes de pensamiento que no se conforman con interpretar el presente y el pasado, sino que, además, aspiran a configurar el futuro.

En este sentido, Nietzsche hace honor al título de «filósofo del porvenir» que se otorgó él mismo. Se consideraba un «hombre póstumo» que cobraría vida después de su muerte; a él le pertenecía no el mañana, sino el «pasado mañana»; «Lo que yo cuento es la historia de los dos próximos siglos», afirmó en uno de sus escritos. Y estas declaraciones, que pueden parecer de una arrogancia insufrible, se han vuelto realidad. La filosofía de Nietzsche parece haber encontrado el secreto de la eterna juventud, y son precisamente los jóvenes de cada generación los que necesitan un inyectar savia nueva en su pensamiento. Ni siquiera le ha perjudicado una identificación persistente con determinadas corrientes políticas, responsables de algunas de las mayores calamidades del pasado más o menos reciente, tales como el fascismo y el nazismo.

Nietzsche fue ignorado y vilipendiado a partes iguales durante toda su vida, y solo fue reconocido muy tarde, cuando la demencia ya le había arrebatado su singular lucidez. Llevó a cabo una crítica demoledora de la cultura y la filosofía occidental, que ideas y valores esenciales atacó sin piedad. Su mirada afectó de manera poderosa a las generaciones posteriores de intelectuales e investigadores en disciplinas muy diversas como la teología, la antropología, la filosofía, la sociología o la psicología, además de impregnar con su intensidad el mundo del arte a través de la poesía, la literatura y el teatro.

Nietzsche nació en 1844 en Rócken, una localidad perteneciente al cada vez más poderoso reino de Prusia, en el seno de una piadosa familia de pastores luteranos. La desgracia no tardó en afectar al hogar a causa del fallecimiento de su padre y, poco después, de su hermano, unas muertes que lo convirtieron en el único hombre en una casa llena de mujeres. Su precocidad intelectual despuntó muy pronto, aunque tuvo que luchar contra la tradición familiar, que le empujaba hacia el estudio de la teología, para introducirse en el mundo académico de la mano de la filología clásica.

Favorecido por sus profesores de la Universidad de Leipzig, quienes reconocieron su brillantez de inmediato, consiguió una cátedra a la asombrosa edad de veinticuatro años. La escena intelectual alemana esperaba grandes cosas de aquel joven prometedor, pero su primera publicación, un supuesto estudio filológico, presentaba ya todos los elementos que lo enfrentaron al mundo: un torrente de ideas punzantes, una mezcla inconcebible de disciplinas del conocimiento, de estilos y de tonos, y la pretensión de ir mucho más allá, hasta donde nadie le había pedido que fuera. El escándalo académico fue la melodía de su vida.

Su primera obra, El nacimiento de la tragedia, era un análisis de la cultura griega desde un nuevo punto de vista que resaltaba el contraste entre dos fuerzas: el elemento apolíneo, relacionado con la claridad, el pensamiento y la contención clásicas griegas, frente al elemento dionisíaco, una fuerza instintiva, oscura y ciega, la energía vital pura. Según Nietzsche, la tragedia griega nacía de la fusión de estos dos elementos y fue finalmente destruida por el racionalismo apolíneo de Sócrates, el cual, al subyugar lo dionisíaco, había provocado la decadencia de Occidente.

Esta visión de la cultura griega desde su aspecto más sombrío, que ponía en duda hasta sus raíces socráticas, produjo grandes controversias. En el clasicista siglo XIX nadie quería oír que el mundo clásico había tomado el camino equivocado. Aún más polémico fue el uso insistente que Nietzsche hizo de la música de Wagner para ilustrar sus razonamientos. Para él, Wagner era el único artista que había sabido reintegrar ambos elementos al modo de la tragedia griega.

Crítica a los valores y a la moral de la cultura occidental, NietzscheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora