00| INTRODUCCIÓN

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SER MADRE SOLTERA JAMÁS FUE UN PROBLEMA PARA DIANA -solo un poco- SU ABUELA ESTUVO ALLÍ DESDE LA PRIMERA SEMANA DE EMBARAZO, SIENDO LA ÚNICA QUE LA APOYÓ

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SER MADRE SOLTERA JAMÁS FUE UN PROBLEMA PARA DIANA -solo un poco- SU ABUELA ESTUVO ALLÍ DESDE LA PRIMERA SEMANA DE EMBARAZO, SIENDO LA ÚNICA QUE LA APOYÓ. Claro que para sus padres fue una desgracia que su única primogénita avergonzara así a la familia. Dejaron de hacerse cargo de su hija de tan solo dieciséis años y la mandaron a vivir a Mystic Falls con Stella, la abuela de la adolescente.

Dolida con sus padres, y con Héctor, su "novio" quien la abandonó al enterarse del embarazo de la chica, decidió abandonar todo, pues nada de le quedaba en Rosewood.

Diana aún podía escuchar las hirientes palabras del castaño. Recordaba que estaba tan feliz de ir a contarle, hace mucho tiempo que venían hablando sobre formar una familia, pero el futuro se adelantó, igual Diana estaba súper emocionada.

—¿Cómo que estas embarazada, Di? —cuestionó el ojiverde con enojo, evaporando toda clase de felicidad—. Estuviste con alguien más, es eso, ¿verdad? Y ahora quieres que yo me haga cargo de...lo que sea que llevas en el vientre.

Diana no podía creer en las palabras de su novio, ¿cómo podía pensar eso de ella? Sabiendo que con el único chico con cual estuvo siempre fue él. Héctor fue su primer novio, su primer beso, sus primeras escapadas de casa y por, sobre todo, su primera vez. Diana estaba tan enamorada de él, que la idea de solo engañarlo la hacía sentirse asquerosa.

—Héctor, es tuyo. Nuestro bebé. ¿Recuerdas que siempre hablábamos de un futuro juntos y con nuestro bebé? Púes, ya ha llegado. —murmuró, sus ojos verdes estaban llenos de ilusión, ilusiones que el castaño se encargó de hacer trizas.

—¿Te das una puta idea del problema en que me metes? No puedo dejar de lado mi futuro para cambiar asquerosos pañales olorosos. Es tu maldita culpa. —la tomó de los hombros y obligó a la pelirroja a que lo mirara—. Aborta, es la única solución para ambos. Te ordeno que abortes a ese bebé.

Diana entreabrió los labios con incredulidad y con enojo, apartó las manos de Héctor de sus hombros. No entendía, hace días hablaban de un futuro juntos y un hijo. No entendía el comportamiento de Héctor.

—Vete....vete al demonio. —escupió, sorprendiendo a Héctor por tales palabras. Diana jamás decía malas palabras, sus padres la criaron para ser una señorita—. No voy a abortar, Héctor. Y esa es no es tú decisión, mucho menos es mi culpa. Ambos sabíamos lo que hacíamos, quizás en parte lo fue, pero también fue tuya. Te rogué que usaras protección y dijiste que era mejor sin el preservativo.

—No esperes a que me haga cargo del bebé, Diana. Mucho menos me eches la culpa, tú querías follar. Me has arruinado todo, tengo planes para mi futuro, y ni tú ni el maldito bebé me lo va a impedir. —aclaró con brusquedad.

Las lágrimas caían por las mejillas sonrosadas de Diana, ese no era su Héctor.

—Adiós, Héctor. Y suerte con tu estúpido futuro.

𝙒𝘼𝙍𝙍𝙄𝙊𝙍 / 𝘵𝘩𝘦 𝘷𝘢𝘮𝘱𝘪𝘳𝘦 𝘥𝘪𝘢𝘳𝘪𝘦𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora