Olivia
Me encontraba en mi casa tumbada en mi habitación reflexionando sobre los últimos acontecimientos y la verdad es que estaba bastante frustrada, por supuesto el rumor de que estaba con Agustín se hizo conocer por toda la ciudad y lo peor de todo es que él ahora era una especie de atracción para otras chicas, desde que se habían enterado que estaba conmigo las chicas no paraban de tirarse encima de él cada vez que podían insinuándose.
Me encontraba molesta, ¿porque la gente siempre tiende a esperar cuando uno está comprometido con otro para entrometerse? Aunque… ¿que podía decir yo?, no era de las más santas que digamos, pero aun así me molestaba.
Sumando a todo esto, conocí a sus padres, eran muy amables pero demasiado estrictos, sus hijos eran perfectos, todos iban bien en el colegio y nunca saltaban ninguna norma de la casa, Agustín fue el primer hijo que llevó a su pareja a la casa (o sea a mi) era el tercero en orden de mayor a menor y luego seguía uno más pequeño. En total eran cuatro, tres varones y una mujer, pero ninguno de ellos había llevado a alguien formalmente a su casa. Fue toda una novedad para sus padres, todavía les costaba aceptar que su “hijito” había crecido y se estaba convirtiendo en un hombre y que además tenía novia y se besaba con esta (o al menos eso creían supuse, porque no nos habíamos vuelto a besar después de nuestro intento fallido).
Al contrario de él yo era muy libre e independiente, mis padres siempre me dejaron hacer lo que quisiera siempre y cuando fuera aceptable (nunca abuse de esto) por lo tanto mi confianza con ellos era muy buena y jamás hice algo para cambiar eso, por suerte ese era un privilegio que poseía a diferencia de mis amigas, que tenían que hacer todo lo posible por conseguir permisos y si no lo lograban escapaban de sus casas. En fin, la cosa era que a diferencia de la familia de Agustín, yo no tenía dinero y mucho menos era una alumna predilecta, era más bien rebelde y tenía que repetir el mismo curso del colegio debido a mis malas calificaciones, en un tiempo atrás esto no era así pero luego algo en mi cambio y me convertí en esto, esto es lo que soy ahora. Éramos agua y aceite, pero en este momento no me importaba, yo me encontraba a gusto con él y el conmigo. Nos queríamos, yo lo sabía, y tenía miedo de no ser suficiente para el porqué a pesar de que yo lo quería en mi esencia estaba el lastimar a las personas sin querer, pero lo hacía.
Estábamos en la plazoleta en frente de mi casa sentados tomados de la mano hablando de cosas insignificantes con Agustín. No nos habíamos vuelto a besar, mis amigas me hacían bromas sobre esto, pero no le daba mucha importancia frente a ellas, aunque en el fondo me molestaba un poco.
-Tengo que decirte algo -anunció Agustín cortando mi discurso de porque mi vecina no prendía el regador en vez de estar con su manguera regando plata por planta, pero bue supongo que son cosas de viejas.
-¿Qué pasa? -Pregunté un tanto dudosa.
-Me voy dos semanas de vacaciones –me miró expectante.
-¿Dos semanas?, es bastante tiempo -dije apenada
-Si ya sé, pero cuando comiencen las vacaciones tengo que irme, no puedo quedarme amor, lo sabés –
-Esta bien, no pasa nada, vamos a estar comunicados de igual forma –le dije acariciando su mejilla, aunque la idea no era agradable, me había acostumbrado a hablar con el por las noches hasta muy tarde y sabía que ahora esto iba a ser mas limitado.
-Ese no es el problema Oli, tengo miedo –me dijo bajando la mirada.
-¿Miedo? ¿de qué? –pregunté confusa.