Parte 4.

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Al dia siguiente, vuelvo a la rutina. Me pongo un jersey negro y cojo unos tejanos y unos zapatos sin pensar demasiado en ello. Me pongo los auricolares y subo al bus que me lleva hasta la gran mierda que es el instituto.

-JAAAADEE- me llama Sam, y me da un abrazo.

- Hola.

-¿Qué te pasa?- pregunta separándose de mi.

- Mi padre está en el hospital, por lo del alcohol. Otra vez. No sé qué hacer con ese tío.- digo mirando al suelo. Hablo de mi padre fatal, lo sé, pero esque nunca me ha tratado bien. Así que yo no pienso hacer nada al respecto.

-Joder tía, lo siento mucho, de verdad. Si puedo hacer algo por ti, dímelo, ¿vale?

-Sí.- respondo, y intento sonreír lo más bien que puedo.

Al empezar las clases, todo va como siempre. Los mismos tíos se burlan de mí, y la misma ignorancia que muestro al respecto. Al llegar a la tercera clase, el profesor anuncia:

-Bueno, chicos, acaba de llegar un nuevo alumno justo ahora. Viene de Inglaterra, y quiero que le hagais sentir como en casa. Este es Aaron. Y bueno, ¿dónde quieres sentarte Aaron?- pregunta.

-Si quiere hay un sitio libre a mi lado- digo. No sé por qué, la verdad, pero parece majo el chico. Y si realmente lo es, me puede ayudar a que mis clases sean más divertidas. Aaron asiente y se sienta a mi lado.

-Hola- digo sin dejar de mirar mi libro.

- ¿Por qué crees que puedes hablarme?- pues no era tan majo como parecía.

-Por que eres nuevo, y aquí a los nuevos los marginan. Perdona que haya intentado ser amable contigo, eh.- vacilo

-Qué graciosa.- Dios, que maleducado es. ¿Por qué todo el mundo me ignora? Estaba intentando ser buena persona con él.

- En fin. Si quieres, hay otro sitio ahí-señalo al lado se la puerta- Si tanto te molesta, puedes irte.

-Nadie ha dicho que quiera irme- responde. La verdad es que está bueno. Quizá esta sea la razón por la cual he sugerido que se sentara a mi lado. Aún así, sigue siendo un gran gilipollas.

-¿Te han dicho alguna vez que eres muy bipolar?- intento dejarlo mal, pero no contesta, pasa de mí y finge que escucha al profesor. No le digo nada hasta que se acaban las clases, y me despido con un simple "Adiós" sin respuesta.

Al volver a mi hogar, mi mierda cerebro vuelve a pensar en la mierda que és mi vida. No tengo nada mejor que hacer, así que hago los deberes y me tumbo en la cama. De repente, me pongo a pensar en Aaron. Es imbécil. Pero, por algo, me distancia de mis pensamientos habituales. Empiezo a  darle vueltas a todo, la cabeza me duele, y finalmente, me duermo..

Es hora de decir adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora