Good moring! / Sorry I just sort of fell asleep on your shoulder

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Está sucediendo una semana de Naruhina week y pues apetecía. Además, después comenzaré una de Sasusaku. No quiero decir que vaya a seguir las fechas correctas porque no sé cuánto dure mis servicios, pero igual, vamos a intentarlo =)

Voy a aprovechar que son dos días para escribirlos en el mismo capítulo. Oh, tampoco esperen capítulos muy largos, por favor, porque sigo queriendo trabajar en los activos =).

Sin más, empecemos.

Good morning!

Día 1

El reloj vibró sobre lo alto de la mesita de noche. Era un sonido estridente que con el paso del tiempo o terminabas aceptando u odiando. Ese día, Naruto Uzumaki pensó que era una molestia en especial. No porque le doliera la cabeza, por supuesto, porque en realidad se sentía de maravilla. Era invierno y estaba cálido. Tenía un cuerpo suave pegado al suyo. Sentía la vida de la otra persona a su lado.

Esperó con impaciencia para que el despertador dejara de sonar, pero se había comprado uno de esos que continuaba sonando hasta que bajabas el dichoso botón, justamente por su facilidad de volver a quedarse dormido si se detenían.

Así que se apoyó sobre su codo y estiró el otro brazo para apagarlo. Cuando bajó el brazo de nuevo, ella se movió. Le miró en la neblina del sueño.

—Buenos días —saludó sonriente.

Ella parpadeó, le acarició la mejilla y sonrió lentamente. Hasta que abrió mucho los ojos.

—¡Buenos... días! —exclamó ruborizándose.

Tiró de la ropa para cubrir su cuerpo desnudo y él no pudo evitar sonreír. Se inclinó hasta que su boca rozó su oreja.

—¿Sabes que eso consigue justo el efecto contrario en mí? —preguntó en un ronroneo. Ella le miró por encima de la tela, muy sonrojada—. De verdad.

Bajó un poco la tela y presionó su boca contra la suya. Hinata enseguida de endulzó. Le permitió pegarse contra ella, de marcarle cuánto significaba ese acto para él.

Los buenos días, de esa forma, eran maravillosos.

Sorry I just sort of fell asleep on your shoulder

Día 2

A Naruto muchas veces le costaba expresar sus sentimientos. Era algo torpe con ello, especialmente, cuando de Hinata se trataba. Ya no era aquel niño que soltaba las cosas sin pensar, especialmente, desde que no quería lastimarla. Aunque se veía capaz de gritarle al mundo que la amaba, supo que existían prioridades y cosas que deseaba que sólo ella fuera consciente antes que los demás —ignorando, por supuesto, si era obvio para el resto—.

También, reconocía, era muy torpe para encontrar el momento oportuno para las cosas. No podían culparle, su inexperiencia no ayudaba.

Pero jamás pensó que algo que consideraba perfecto fuera a irse al traste de esa forma.

Hinata y él habían quedado para tener una tarde tranquila aprovechando el fantástico día de primavera que hacía. De esos que si te sentabas al sol te enrojecían las mejillas y te aliviaban el frío de los huesos. Después de comer, los dos se habían acomodado bajo un árbol para mirar hacia el rio que rodeaba Konoha.

Siempre le había gustado ese lugar, así que pensó que era interesante mostrarle los lugares que le gustaban a Hinata, así como hacía ella con él.

—Hinata. ¿No crees que se está bien?

—Sí... —había respondido ella.

En un gesto soñador, ella había apoyado su cabeza contra su hombro y eso le aceleró el corazón. Podía oler su perfume, fuera natural o químico, era algo que relacionaba siempre con ella y que le gustaba. Podía llegar incluso a excitarle.

Se tomó su tiempo en prepararse mentalmente para decir las siguientes palabras. Debía de ser cuidadoso, o todo lo que él podía considerar cuidadoso.

—Hinata. Me gustas. Ya lo sabes —comenzó—. Creo que deberíamos de formalizar esto. Somos jóvenes, pero creo que nadie se sorprendería si nos casáramos pronto. No es que haya un significado tras esto, claro, que seguramente creerán, pero... —se rascó la nuca con la otra mano—, tampoco es que me importe llegar a ese significado, claro... ¿Qué dices? —preguntó al final.

No obtuvo nada más que silencio por respuesta. Parpadeó, confuso. No podía verle la cara, pero dudaba que Hinata se hubiera desmayado o que estuviera realmente pensando tanto su propuesta.

—¿Hinata?

Ella se movió entonces, mirándole en un parpadeo.

—Ay, perdona, Naruto-kun, me quedé dormida —se disculpó.

Naruto se quedó a cuadros.

—No has... ¿no has escuchado nada de lo que he dicho?

—No, lo siento —negó mirándola confusa—. ¿Qué era?

Naruto sintió que se desinflaba. ¿Cómo iba a poder decir algo que le había costado valor? No. Iba a cagarla totalmente. Lo diría a toda prisa, mal y por los nervios era capaz de pedirle una pata en vez de su mano.

Le sonrió abiertamente.

—No te preocupes, Hinata. Te lo diré la próxima vez —prometió.

Después le besó la frente y, esa vez, sí que se desmayó.

Nos leemos mañana si se puede =)

De nuestros días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora