Con pesadez me levanto de la cama y me pongo nuevamente mis zapatos, rumbo a la casa de Yoongi.
Mi parte de orgullo me dice que tendría que hacerle esperar por hablar tan borde, pero al rato se me viene que le he acusado sin pruebas de un robo y el orgullo desaparece como si de un pájaro volando se tratase.
Odio la maldita culpabilidad.
No tardo más de tres minutos en estar fuera de casa y encaminarme a la suya. Doy gracias de que el abrigo nuevo es lo suficiente grueso para hacer que no se me caigan las extremidades con el frío que hace. A partir de las tres de la tarde el viento y el frío ya son el primer peligro para mí.
Diría que soy friolera, pero cualquiera sentiría lo que yo saliendo de casa y notando que lo que digo es verdad sobre la temperatura de este pueblo.
Correteo un poco hasta su puerta cuando la diviso a lo lejos, deseando que mi amigo se encuentre tras la puerta, viéndome por la mirilla y abriéndome para que entre en calor. Pero, seamos realistas, mi mejor amigo es Yoongi, eso jamás pasaría en mi vida.
Tarda quince minutos en abrirme, y yo creo que he podido perfectamente pensar en todas las barbaridades hacia su persona en todo ese tiempo.
¿Quién tarda tanto en abrir una maldita puerta sabiendo que va a venir alguien en cualquier momento? Más si tu le has dicho de venir.
Le estoy dando la espalda a la puerta, viendo cómo alguna gente desde los coches se me queda mirando, extrañados. Yo también lo haría, tranquilos. Así que, al notar que por fin voy a poder decirle todas mis barbaridades, dejando de lado todo lo mal que me pueda sentir por la acusación, me giro, con las cejas fruncidas —aparte de que creo que se me han congelado por el frío—, y abro la boca, dispuesta a echarle en cara todo, pero no, de ella no sale ni un solo sonido.
¿A quién se le ocurre con este tiempo abrir la puerta con solo una toalla como vestuario?
Al magnífico Min Yoongi, señoras y señores.
He de reconocer que hacía bastante tiempo —años, siendo más concreta—, que no veía a Yoongi sin camiseta, así que el simple hecho de notar que su abdomen está medianamente formado por abdominales leves y algo de masa muscular que queda favorable para su cuerpo, me sorprende.
¿Dónde está el escuálido que se encontraba en el mismo sitio hacía años?
Desde luego que no aquí y ahora.
—¿Ya has dejado de admirarme? ¿O tengo que seguir congelándome porque tu quieres ver mi abdomen? —me pregunta, con una cara de duda.
—No haber abierto con solo una toalla —Tras mi empane por su cuerpo, le hago a un lado y paso, por fin, a su casa, frotándome los brazos mientras me siento en el sillón.
—Oh, no —niega con el dedo—. Levanta ese culo y tira para mi cuarto. En cuanto me cambie te diré qué ha pasado —Y con esto, sube las escaleras trotando.
Por lo que puedo observar, no hay nadie más en la casa, así que le sigo velozmente, subiendo los escalones de dos en dos y lanzándome de lleno a su cama mal hecha nada más pasar. Tiene su olor, y eso hace que comience a olfatear discretamente la almohada y el edredón.
Si me llegase a ver parecería que tengo un serio problemas.
—¿Qué cojones haces? —pego un bote en la cama tan intenso, que termino de estar tumbada boca abajo y acabo sentada, entrelazando mis dedos y pestañeando rápidamente.
—Emm, ¿yo? Nada —meto mis labios, estando super incómoda con que me haya pillado olisqueando su cama como si de un perro me tratase— Esperando a que vinieras, que pareces un maldito caracol de todo lo que tardas en hacer las cosas.
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𝖡𝖾𝗌𝗍 𝖥𝗋𝗂𝖾𝗇𝖽𝗌 ☂ [𝑌𝑜𝑜𝑛𝑙𝑖𝑐𝑒]
Fanfiction☆ ¿Y si dos mejores amigos se empezasen a gustar? ☆