Salón Poliamor: 01. Ymir, Historia (Christa) ✎ ❝ [Amor de tres]❞ .ೃ࿐

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Ymir e Christa eran inseparables. Me daba cierta envidia el lazo tan estrecho que habían creado en tan poco tiempo. Las dos amigas—no tan amigas—pasaban la mayor parte del tiempo que podían juntas y parecían no poder pasarla mejor; al pasar cerca, nunca faltaban las risas y cursilerías de ambos lados.

Tanto Christa como Ymir eran mis amigas más cercanas de la tropa. O bueno, así lo consideré durante un buen tiempo; siendo lo más sincera posible, a veces era un infierno estar junto al dúo en una misma habitación. La razón siempre fue la misma: era como si fueras totalmente invisible. Mi corazón se achicaba y me sentía incómoda e inútil. Sí, un poco fuerte el sentirte validada por cuánta atención recibías por las personas a las que depositabas confianza. Pero, sólo era una adolescente más, ¿qué más podría hacer si eso era lo que yo aprendí?

Al menos estando con el trío de idiotas que son Connie, Jean y Sasha podría hablar con ellos y a la vez reírme de sus estupideces.

Sólo estaba celosa.

Me sentía apartada, abandonada, ignorada completamente cuando hablaban. Y si bien Christa a veces intentaba integrarme a la conversación, se desconcentraba con Ymir y yo volvía a quedarme por mi lado. Pero no la culpaba, estaba enamorada. Ese gran amor te vuelve estúpido e ilógico. Nadie existe alrededor tuyo. Lo sabía porque lo sentí durante mucho tiempo.

Sólo que jamás nadie me correspondió.

Con el tiempo aprendí a ser un poco más independiente, y terminé separándome del dúo ya que creí que eso sería lo mejor para las tres. Era algo a lo que ya estaba acostumbrada: Yo no encajaba allí, y tampoco es como si en los últimos momentos la pasara de maravilla a su lado. Comencé a juntarme más con el trío por consecuencia a sus frecuentes invitaciones a caminatas y juntas—además de que ellos eran muy buenos amigos, no dudaban en incluirme en sus planes—, y al final se convirtieron en mi familia del corazón. Amaba pasar el tiempo junto a ellos tres, me hacían olvidar de toda la porquería de este mundo, y podíamos obtener de la cocina algo cada vez que Sasha se ingeniaba para robar. Aún así, lo más importante era lo especial que me hacían sentir. No estaba acostumbrada a compartir opiniones sobre cosas, ni que le tomen tanta importancia a lo que fuera que dijera. 

Por otro lado, tanto Ymir como Christa con el tiempo claramente se dieron cuenta de mi repentino desapego con ambas. No me malinterpreten, tampoco se molestaron en pedirme una explicación. La rubia, por su parte, intentaba acercarse a mí, pero la más alta siempre terminaba alejándola, llevándola a cualquier otro lugar menos adonde me encontrara.

—_____, iremos a dar una vuelta por allí—dijo Connie—. Ven, vamos. Te hará bien.

—No lo sé, Connie—no estaba tan segura de salir. Últimamente tenía pocas ganas de socializar. Me dio uno de esos brotes donde me replanteaba mi vida entera, junto a mis decisiones. Me encontraba bien a solas en mi habitación—. No tengo muchos ánimos.

—Realmente no fue una pregunta. Fue más una orden—hizo una trompa con sus labios. Yo reí por lo bajo—. Así que vamos ahora, niña. Nos esperan los chicos.

Y sin más que decir, me obligó a salir de allí, tomando mi mano. Afuera nos esperaban Sasha junto a Jean, que hablaban sobre el clima. Ambos tenían sus barbillas apoyadas entre sus dedos, mirando al cielo. Realmente nos había tocado un lindo día libre. Sonreí ante la escena.

Al vernos, dejaron lo suyo y me saludaron. No nos habíamos visto en el desayuno ya que yo no me levanté lo suficientemente temprano para llegar a siquiera picar algo del comedor, algo que por lo general sería seriamente castigado, pero no en nuestro día libre.

Partimos a Dios sabe dónde. Sólo caminamos sin rumbo alguno, mientras yo sólo los escuchaba hablar de temas al azar. Fijé mi vista al suelo lleno de flores que rozaban nuestros pies al andar. Mi pecho aún se sentía pesado, y, si bien estaba en compañía, mi mente estaba en otro lugar, saboteando toda posibilidad de eliminar cualquier mal pensamiento de mi cabeza. Habíamos llegado a una pequeña colina que tenía plantado un gran árbol que daba la suficiente sombra para los cuatro. Mis ojos se concentraron en un lindo diente de león completo. Lo arranqué y pedí un deseo, en un anhelo de que esta compulsividad de hundirme en mi propio mundo de melancolía desaparezca al instante . Soplé la flor y los hilitos salieron volando por la fuerza del aire. El viento del día ayudó a que fueran a cierta dirección, y yo sólo me quedé observándolos mientras la misma fuerza que se los llevaba me pegaba en el rostro, cabello y cuerpo.

𝐨𝐧𝐥𝐲 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 [𝘀𝗻𝗸/𝗮𝗼𝘁] - 𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora