03

10 2 0
                                    

*Ginevra*

Una vez que el chico sale de mi campo visual, salgo de mi estupefacción. Me levanto, me sacudo el pasto pegado en mi ropa y me dispongo a ir a mi apartamento. Abro la puerta y entro, prendo la luz y agarro una botella de agua. Voy a mi habitación y decido que es mejor tirarme a la vagancia, asique me pongo mi hermoso y cómodo pijama de unicornio y pongo una película; a la mitad de esta ya estoy llorando, que quieren que les diga, amo las películas tristes. ¿Masoquista? Tal vez.

De pronto, la puerta de mi cuarto se abre y entra Layla, completamente asombrada, lleva puesto lo mismo que cuando salimos juntas y trae su labial ligeramente corrido. Interesante...

-¡Hola! ¿Qué tal la vuelta hasta aquí? -pregunta animosamente, se hace evidente que trata de disimular su risa por mi increíblemente seductora apariencia.

-Hola, muy bien, fue sencillo, incluso tomé una pequeña siesta en la arboleda, aunque fui despertada por una pelea -digo sin más.

-¿Una pelea? -su cara se contrae en asombro.

-Sí, una chica y un chico discutían a todo pulmón -le explico.

-¿Cómo eran?

-La chica de estatura promedio, pelo claro. El chico alto, buen cuerpo, ojos claros, cabello rubio, sonrisa increíble -me pierdo un poco en mi recuerdo.

-Veo que le prestaste bastante atención a él -enarca una ceja perfectamente perfilada y ríe por lo bajo. Entonces saca su celular, busca algo y me muestra su pantalla- ¿Este es el chico que viste?

-¡Sí, es él! -mis ojos no podrían haberse abierto más- ¿Cómo lo supiste?

-Ja ja, él es Aren, no hace mucho que está aquí, pero ha ganado popularidad rápidamente, un chico así de apuesto no pasa desapercibido -guarda su celular en su bolsillo y se sienta en mi cama- Oye, en realidad venia aquí para pedirte un pequeño favor.

- Si, dime -contesto.

-¿Tú podrías ayudarme a teñirme el cabello? Yo puedo hacer gran parte del trabajo pero en la parte de atrás se me hace muy difícil -lo dice poniendo sus manos juntas como rezando y cerrando los ojos.

-Sí, claro, no veo por qué no, aunque jamás lo he hecho -digo algo tímida.

-¿Jamás te has tenido? -Niego con la cabeza- ¿Ni siquiera unas iluminaciones o algún mechón de color?

-No, jamás -bajo la cabeza.

-Bueno, ¡eso está por cambiar!, si tú quieres, yo puedo teñirte, soy buena cuando se trata de otras personas -dice saltando de la cama.

En un principio, pensé en rechazar su idea, osea, ella era muy buena y genial pero no la conocía de nada. Pero cuando preparó las cosas para ella y ví que realmente era muy buena y que su color quedó increíble, dije: ¿por qué no?

Bueno... Ahora lo veía.

Era. Malditamente. Naranja.

Y no cualquier naranja, uno que una zanahoria en su plena vida envidiaría. Mi ira no entraba en mi cuerpo, ¿cómo había ocurrido esto? Bueno, déjame explicarte. Layla si hizo un buen trabajo con el decolorado, ya que un cabello tan oscuro como el mio lo necesitaba, pero en el momento de colocar la tintura. Todo salió mal. Ella eligió un castaño claro que haría resaltar mis ojos, pero la tintura hizo lo que le pareció y quedé con este color. Quería meterme en mi habitación y no salir hasta dos semanas después cuando pudiese ir a una peluquería a que me regresaran a mi color natural sin que quede calva en el camino.

¿Lo peor de todo? Hoy había aceptado ir a una fiesta con Layla y sus amigos. Estaba muy emocionada de poder ir y conocer más gente, al parecer asistiría prácticamente toda la universidad y yo, modo zanahoria. Matenme.

A shot of GinevraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora