Llegué un martes, a las 3 de la mañana, drogada, desatada, re contra volada.
Me senté en la puerta de casa, esperanzada.
Salió mamá me dijo que entre, que ya estaba volviéndome demente.
Le dije que tenía que esperarte.
Que en alguna parte venías caminando, que estabas llegando.
¿Quien viene a verte?
Ella, le respondí, muy confiada de mí, sabiendo que hablaba de vos.
Se sentó, suspiro y me abrazo.
No entendía porque se había puesto el ambienta tan triste de repente
Me dijo que no te espere, que estabas ausente.
Me reí negando, note como se iba resignando, a entender que yo ni en pedo iba a asumir que vos no estás, que no te tengo que buscar más.
Que el hueco que me quedó por vos.
Hueco va a quedar.