5| Nolan y una taza de té.

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—Amigo, necesito la pizza más grande que tengas —Zek apoya una mano en la pared y con la otra sostiene el celular en su oreja—. Imagina que es para una familia con cinco hijos, todos ellos con sobrepeso... ¿Cuánto?... No, espera, es que no te oigo, dame un segundo... —pide—. ¡Rowan! ¿Qué te dije sobre saltar en la cama? ¡No me hagas ir hasta allá!

El sonido de los resortes se detienen en seco junto a mi cuerpo. Estoy sudoroso y jadeante, ¿pero cansado? Ojalá. Tengo muchísima energía todavía y necesito quemarla de alguna forma.

Zek se gira de vuelta al teléfono, no sin antes lanzarme una mirada asesina.

—Pff, sí. Niños. Mejor me hubiera comprado una mascota, una tortuga o algo —Rueda los ojos, hablando se mí como si no estuviera presente.

Termina de pedir la pizza por la que tuve que suplicarle colgado de su pierna y termina la llamada. Cuando vuelve hacia mí, estoy saltando otra vez.

Veo como hace un gesto con las manos, como si se estuviese proyectando a sí mismo asfixiándome. No somos muy pacientes con el otro, pero así es como funcionamos.

En medio del ruido de la cama, una pelinegra cabellera se asoma por la puerta y el ánimo de Zek se voltea como una tortilla.

—Jordin —suspira recibiendo a su novia en brazos.

Luego de un par de besos y risitas bobas, Jordin me mira con las cejas fruncidas y una sonrisa queriendo escaparse de sus labios.

—Hola, Jordin —saludo casual, o al menos lo más casual que pude en medio de mi entrecortada respiración.

Keala entra más atrás, muy concentrada en la trufa que seguramente le dio la mamá de Zek. Me ofreció unas al llegar, pero mi cuerpo rechaza cualquier cosa dulce y creo que será así por tiempo indefinido.

—Qué hay —saluda, cortante como siempre—. ¿Tú que haces? —Su atención se dirige a mí.

No sé como sigo saltando.

—Gasto energía, ¿le entras?

Keala sigue masticando su trufa, pero le extiende el pequeño plato a Jordin y le tiendo la mano para que suba a la cama conmigo. Ahora, con ambos destrozando el colchón, Zek está por perder la cabeza.

—Oye, te juro que les voy a patear el trasero a los dos —Le dice a Jordin mientras nos apunta con su dedo.

—Ya tendrás tiempo para eso —consuela ella, particularmente distraída—. ¿Crees que podemos hablar... afuera?

A Zek no le gusta eso, a nadie le gusta un «tenemos que hablar».

Parece dejar de preocuparse por su cama por un momento y le toma la mano a Jordin para salir al pasillo. Eso me da tiempo de tomar las manos de Keala y seguir saltando. Mientras yo bajo, ella sube, y así hasta que a ella se le van los colores del rostro y tenemos que detenernos.

—Oh, cielos, quiero vomitar —Una vez en el suelo, se apoya con las palmas en las rodillas—. ¿Cómo es que no estás cansado? ¿Qué comiste?

—A este punto creo que es mejor dejarlo en incógnita.

Keala se abanica el rostro y termina por hacerse una cola de caballo algo desordenada, solo para despejarse el cuello de su melena que debe dar bastante calor.

—Jordin me medio mencionó algo de una entrevista... Para el que pregunte, se te pasó la mano con el redbull.

Asiento como un niño obediente y le doy vueltas a la habitación con esa nueva forma de caminar que parece un baile. Espero que este efecto pase pronto, no creo que sea bueno para el corazón estar así de agitado.

Impostores [𝓒𝓸𝓶𝓹𝓵𝓮𝓽𝓪𝓭𝓪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora