17| Respaldo.

1.1K 149 58
                                    

—¡Se murió!

Tanto Zek como yo estamos en una nube de pánico que se hace más densa con cada minuto.

—¡No se murió, lo mataste!

—¡Lo morí!

Nuestras cabezas echan humo y no nos falta nada para salir corriendo en círculos con los brazos al aire. Solo estamos nosotros dos, viendo que hacer ahora que tenemos a un atlético jugador y su abundante gramaje tirado como peso muerto.

—¡Zek, lo noqueaste!

Él se sacude la mano ganadora con desespero.

—Fue sin culpa —chilla, aterrado.

—¡¿Qué fue lo que pasó?! —interrogo abriendo los párpados de Jaden, que no se muy bien que se supone que debo ver, no soy paramédico. Zek se queja en un tono agudo, sin dejar de patalear—. Zek, si no me dices no puedo ayudarte.

—¡Fue un reflejo! —jura.

—¡¿Un reflejo de qué?! ¡Reiniciaste al chico de un golpe!

—¡Iba a besarme!

Mi manos detienen las revisiones sobre Jaden y, estático como quedo, muevo los ojos hacia Zek.

—¿Qué acabas de decir?

Sus estupefactas facciones se quedan como están. Expresa rechazo y consternación más allá del puño que lanzó sin pensar.

Vuelvo a Jaden. Su rostro enrojecido comienza a hincharse en la zona del impacto. No tengo tiempo de idear un plan sensato, mucho menos uno que no termine con nosotro tras las rejas.

—¿Recuerdas cuando dijiste que eras la clase de amigo que me ayudaría a esconder un cuerpo si hiciera falta?

—Zek, Jaden no está muerto —aclaro, tratando de despejar mi mente.

—Que mentiroso de mierda eres —murmura, resentido.

—¿Crees que es momento de reclamar por promesas que hicimos a los trece años sobre escenarios hipotéticos?

—Oh, ¿entonces nunca fue en serio?

—No digo eso —explico—. Me refiero a que este no es un cadáver, así que no aplica a la promesa que nos hicimos.

—¿Entonces si lo fuera estarías ayudándome a enterrarlo? —asume.

—Digo que de darse la oportunidad de que en verdad mataras a alguien, yo...

¿En qué momento nos perdimos?

Nosotros en verdad no tenemos límites.

Tanto Zek como yo giramos con un jadeo de miedo al escuchar un quejido proveniente de lo que queda de Jaden. El chico mueve los dedos de las manos y poco a poco recupera la fuerza para tomar un buen respiro y abrir pesadamente los párpados.

Escanea su campo de visión con lentitud, incorporándose al mundo. Tiene una mirada aturdida y dispersa; va a tardar un poco en volver por completo.

—¿Crees que recuerde que pasó? —consulto en un susurro, inclinándome al oído de Zek.

Jaden, en medio de gruñidos incómodos, se apoya de los codos para alzar la cabeza y dar una ojeada a todo el vestidor.

Cuando nos observa con el ceño fruncido, Zek alza el mentón en modo de pregunta.

—Tú, ¿sabes como llegaste ahí?

Jaden se sostiene la frente en dolor.

—Sí. Me golpeaste —asegura.

Impostores [𝓒𝓸𝓶𝓹𝓵𝓮𝓽𝓪𝓭𝓪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora