TRES

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Mendekua, año 8697
Angí

Rabia. Eso siento justo ahora ¿Cómo es posible que ese maldito me ganara? Todos los Herensugues estamos detrás del Tribunal. ¿Por qué demonios esos chicos piensan que esta situación les ofende solo a ellos? Ellos saben lo mucho que sufrimos cuando atacaron las Tierras de los Herensugues. Mi padre murió ese día. Mi padre. Él era un muy buen edil y guerrero. Diría que fue el mejor, fue una persona que vivía para los demás. Pero murió por defender y proteger aquello que tanto amó. 

Me duele saber que no fui capaz de ayudarlo. No fui capaz de intercambiar nuestros destinos. ¿Qué más puedo hacer para poder honrar su muerte? Acabo de perder esta competencia. La única que me daría la oportunidad de ir a por el Tribunal directamente. 

No puedo creer lo incompetente que soy.

Haber hecho el camino de regreso al centro de Mendekua fue muy doloroso, no por las heridas que llevaba en mi cuerpo, sino porque sentía como algo se rompía dentro de mí con cada paso que daba. Y ahora que estoy aquí me siento aún peor. Me duele el pecho. Siento como si un gran vacío doloroso se hubiera instalado en el centro de mi pecho. Este dolor ha estado conmigo las últimas horas y se niega a irse.

Hundirme en este mar de dolor no me ayuda. No puedo ir contra el Tribunal como quería, pero aún puedo aspirar y quedar entre los guerreros que irán contra el Tribunal. Los guerreros son por lo general los encargados de cuidar los límites de nuestras tierras. Ahora los guerreros cuidan los límites de Mendekua, nuestra casa provisional. Sé que volveremos a nuestro verdadero hogar. A nuestra tierra. 

Ahora que pienso mejor las cosas, no tenía cómo competir al mismo nivel que los trillizos. Esos tres son como una gran máquina demoledora. Tienen a una Kaia que tiene un estilo de pelea muy similar al mío. Ella suele pegar muy duro. Pero ella, a diferencia mía, siempre piensa en qué movimientos debe hacer. 

También está Kein, que aunque no parezca es muy bueno en las peleas cuerpo a cuerpo, pero sobre todo es el mejor jugando con sus adversarios. El juego psicológico es su punto fuerte en una batalla. Y está Koru, un maldito genio de las estrategias. Con él al frente de cualquier ataque es imposible que algo salga mal.  

Yo por otro lado solo soy una chica que no es capaz de alcanzar sus metas. Mi equipo eran mis dos hermanos. Ambos son lo suficientemente fuertes y ágiles pero ninguno de nosotros tres tiene la suficiente visión para armar una estrategia como la que armaron los trillizos Msalbatore. 

-Maldito Koru.

Mis hermanos aún están con las Gaukos. Ellos realmente terminaron muy mal. Por alguna razón no eran capaces de sostener su propio cuerpo. Desde que los encontraron hasta ahora, casi dos horas después, no han despertado. Una de las sanadoras me comentó que tenían varias fracturas en sus brazos y piernas. 

Creo saber quien es el responsable de esto. En Mendekua solo hay dos personas capaces de ser tan sanguinarios. Uno de ellos estaba en la cima de la montaña esperando por los ganadores de la competencia. Solo queda una persona capaz de ensañarse así con alguien.

-¡Mamá, saldré! -grito al tiempo que abro la puerta principal de la casa. 

-Angí ¿A dónde vas? ¿Ya te recuperaste de tus heridas? -una figura con hombros caídos sale de la cocina y se acerca a mí. Posa sus manos en mis mejillas y hace una inspección de mí.

-Mamá, estoy bien, no estoy tan herida como tus otros dos hijos. -le sonrió y en sus ojos lilas se iluminan levemente. Asiente. -Deberías ir a verlos a la central.

-Cuidate, Angí. -deposita un beso en mi frente y regresa a la cocina. Sus ojos clavados al piso, sus hombros caídos y un caminar lento, en donde arrastra sus pies sobre el piso de madera.

Ghonazie: La caza de los HerensugesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora