D O S

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Mendekua, año 8697
Koru

Hace unos cincuenta años tuvimos que ver como nuestros padres morían. Éramos jóvenes para entender lo que estaba pasando justo delante de nosotros. Para esos años, nosotros creíamos que nuestros padres siempre iban a estar allí, para nosotros, pero no fue así. Ese día todo era sangre, fuego, gritos y lágrimas. Muchos de los Herensugues más jóvenes perdimos a todos los que podíamos llamar familia. Quedamos varados.

En unos minutos perdimos todo lo que hemos amado.

Hoy hemos ganado el puesto que nos merecemos para poder hacer justicia. Nuestros padres murieron a manos del Tribunal, porque un día una Sorginak tuvo una visión. ¿Qué fue lo que vió? solo el Tribunal lo sabe. Todas las demás razas agacharon sus cabezas y voltearon su mirada hacia otro lado. Callaron. Mientras nosotros sufríamos, ellos apoyaron al Tribunal.

Bien se sabe que las Leyes de Urrea no se pueden romper, pero… ¿Qué seguridad puede haber en que lo que juzga el Tribunal es lo correcto?  

Todo lo que pasó hace miles de años ha sido tan injusto. Pero estamos aquí para cambiar eso. Kaia, Kein y yo estamos listos para salir allí afuera y vengar la sangre de cada Herensugue que murió a manos del Tribunal. Sobre todo, vengaremos a nuestros padres.  

Desde el día en que nuestros padres fueron asesinados, hasta ahora, nuestro corazón no ha podido encontrar una tranquilidad duradera. Al menos el mío no. Incluso el estar en la cima de esta montaña no me hace sentir tranquilo. Siento una furia sangrienta recorrer mis venas. Siento odio hacia todos los que se atrevieron a cazarnos. No descansaré hasta que todos y cada uno de ellos se encuentren debajo de su propia sangre. 

De un momento a otro siento como la mirada de Maxuel aterriza en mí. No puedo decir que me siento más tranquilo, al contrario siento como mi parte animal se estrella contra mi piel. Quiere salir. Nuestros ojos se encuentran pero me veo forzado a bajar la mirada. Realmente siento que me estoy ahogando, justo ahora.

Necesito aire.

Estoy perdiendo toda mi estabilidad.

-Bien chicos -Maxuel, se acerca a nosotros, que aún nos encontramos de rodillas. -Pueden ir a tomar una ducha. -Sus ojos violetas se mueven de extremo a extremo. Hace una evaluación rápida de cada una de nuestras heridas. Asiente. -Nos vemos en la cena.

Y así se retira de la montaña, con pisadas fuertes y decididas pero no apresuras, se toma su tiempo para recorrer el camino de regreso. De espaldas, Maxuel, pasaría como cualquier otro humano con cabello rubio, pero esa idea muere al verlo a los ojos. 

En el pasado recuerdo como algunos humanos no podían siquiera mirar al padre de Maxuel. Solo el dominio, la fuerza, que emanaba de él era suficiente para que ningún ser humano levantara su mirada. Con todo lo que hemos tenido que vivir no pude ver a Maxuel interactuar con los humanos, pero no dudo que su dominio sea igual o más poderoso que el de su padre.

Ahora que Maxuel se encuentra cada vez más lejos, siento que puedo respirar con más calma. La opresión que sentí hace unos momentos se comienza a desvanecer con cada paso que da Maxuel. Entonces, lo que sentí hace un momento ¿Era la fuerza salvaje de Maxuel o algo más?

Los alfas se caracterizan por muchas habilidades. Por lo general el elegir un alfa, no es solo por quién es más fuerte. Ser un alfa es mucho más. Los alfas tienen que tener el suficiente dominio sobre cada uno de los miembros de la manada. Maxuel, como cualquier alfa, puede ser capaz de dejar que los demás sientan todo su dominio y fuerza. 

Pero aun así justo debajo de la presencia de su fuerza, quedaron mis propias emociones. Odio tanto al Tribunal como él. Y estoy seguro que todos en Mendekua sienten lo mismo. 

Ghonazie: La caza de los HerensugesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora