C U A T R O

1 0 0
                                    


                                                  Mendekua, año 8697

                                                                                   Angí

El odio que muchos sienten hacia el Tribunal es demasiado fuerte para hacer que encuentren las fuerzas para seguir con sus vidas. Pero reconozco que no es el motivador adecuado para muchos. Muchos no saben que están llegando a niveles de alerta rojos. Muchos no conocen otra manera de vivir. A muchos les ciega la venganza y no van a descansar hasta que obtenga esa venganza.

Otros, son capaces de sacrificar su propia vida para obtener una parte de satisfacción al ir contra el Tribunal y obtener esa magnífica venganza. Pero no saben que están dejando atrás a muchos más heridos. Las heridas que son capaces de crear en los corazones, de quienes los aman, es tan grande que duelen y sangran silenciosamente. De igual manera son capaces de callar y soportar todo el dolor con tal de obtener algo de "descanso". Koru no era así. Pero esta sed de venganza está llevando su vida por un camino frío y desolado.

Este no es el Koru que conocí, pero no soy quien para juzgarlo, yo misma estoy hundida en esta venganza...

En este sacrificio continuo.

-Las fracturas que se había forzado a sanar estaban en más que nada en sus manos y piernas. -Kaia voltea a verme y sonríe, pero esa sonrisa no llega sus ojos como siempre. -Tenía una en la columna... y lo hizo para llegar a la montaña. -cierra los ojos y sale de la habitación de Koru.

Sigo a Kaia fuera de la habitación y dejo a Dei seguir trabajando con Koru. Sus escamas siguen estando sobre su piel, haciendo que su piel se vea más clara y que a la vez refleje toda la luz en ellas. Solemos tener el control de ambas partes, pero estando inconscientes, es otra historia.

La parte animal suele imponerse para proteger la parte que es más vulnerable; pero se puede llegar a perder la parte humana si la parte animal prevalece mucho tiempo. Sería como amputar una parte del cuerpo. Los Herensugues y muchas de las razas que habitan este mundo no solo se deben a su parte humana sino que también a la animal.

Somos una dualidad. Una que no debe entrar en desbalances. Los desbalances ponen en riesgo no solo a la quíen la manifieste, sino que también a los que lo rodean. En una manada esto puede afectar sobre todo a los de dominio más bajo, a los niños y los adolescentes, sin mencionar a las madres embarazadas o con bebés recién nacidos. Un Herensugue en desbalance es una bomba con pies a nada de explotar.

-Él tuvo una última pelea después de ti... -la voz de Kaia se escucha rasposa. Ella está conteniendo todo su dolor y rabia dentro. -Y no nos dijo nada. ¡No nos dijo nada! -golpeá la puerta con rabia con su puño y sus nudillos se tornan de un color rojizo por los pequeños cortes que se causó. En la puerta ahora se aprecia un gran agujero, que deja ver parte de la habitación de Kein.

-Kaia...

-Prefirió forzarse de esa manera para llegar a la montaña. -mueve su cabeza de un lado a otro, sus manos están cerradas en puños y soy capaz de sentir como su dragón se comienza a agitar dentro de ella. Me acerco para abrazarla, pero ella se aparta y alcanza el umbral de la puerta. -¿Podrías quedarte?

-No. -me sorprendo con la rapidez que respondo a su pregunta.

-Solo hasta que Kein regrese con Maxuel. Puedes quedarte afuera. -en su voz noto como la estabilidad la comienza abandonar. Necesita salir. -Por favor Angí.

No.

La respuesta es no, pero Kaia realmente necesita ir a descargar esto a fuera, no sería lo mejor quedarse encerrada en estas paredes mientras se encuentra en este estado. No quiero quedarme en este lugar con Koru. Ni siquiera cuando está inconsciente. Pero dejar un Kaia en este estado es igual que dejarme a mí ¿Cuál es realmente la diferencia? ninguna. En estos momentos ella es más peligrosa que yo.

Ghonazie: La caza de los HerensugesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora