02, presentations

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oii, presentaciones

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— Buenos días, queridos estudiantes. Soy Gojō Satoru, su profesor.— se presentó con efusividad, Isaya dio una arcada dentro de la mente de Makoto, mirando con desagrado la desbordante felicidad del hombre.— Ahora deben presentarse ustedes.

— Zen'in Maki.

— Panda.

— Él es Inumaki Toge.— presentó Gojō al muchacho de cabello crispado.

Mayonesa.— asintió con la cabeza.

— Narumiya Makoto.— se presentó por último, cruzando sus piernas mientras recargaba su quijada en su mano.

Maki se removió un poco en su lugar, quería disculparse adecuadamente, pero no estaba segura de cómo debía hacerlo. Las miradas tensas que transmitían los cuatro denotaban la inseguridad en querer hablar. Especialmente en ese enorme salón donde solamente habían cinco pupitres y un escritorio.

Pronto la larga jornada de clases introductorias dio por finalizada cuando la hora del almuerzo les indicó a todos claramente que se podían largar descansar. Makoto suspiró guardando su cuaderno, sabía que era muy improbable que les dieran alguna clase de misión tan pronto.

Un extraño ruido que provenía del techo hizo que mirara en esa dirección. La ojiazul miró con aprensión cómo unas pequeñas maldiciones que comenzaba a nacer se paseaban por el techo del salón.

Culpó al ambiente pesado del lugar, y reprendió en su mente la inseguridad que rondaba en el lugar. En las escuelas siempre había un mal ambiente, era el lugar ideal para criar maldiciones.

Una sola mirada bastó para que una mano cubierta de lava quemara las tres pequeñas maldiciones, convirtiéndolas en pequeñas rocas que quedaron pegadas en el techo, eran de un bonito color negro brillante y tenían el tamaño de un caramelo.

Ambas rocas cayeron en la palma de su mano cuando se desprendieron. Makoto las guardó con tranquilidad dentro del bolsillo de su falda, quizá después haría algún té con ellas para consumirlas.

Una notificación hizo que su celular vibrara, ignoró las últimas instrucciones que el peliblanco estaba dando sobre las habitaciones y sacó el aparato de su falda, al parecer habían abierto una nueva cafetería en shibuya, quizá —por curiosidad— podría ir, no le vendría mal explorar un poco.

Se levantó de su asiento con la mirada fija en la pantalla de su celular, dispuesta a salir del salón, pero la voz de masculina proveniente de detrás suyo detuvo sus pasos.

— Narumiya-chan.

Panda había llegado a su lado rápidamente, la peliblanca lo miró con expresión neutral, escondiendo aquel brillo que transmitían sus ojos al ver a tan adorable animal.

— ¿Necesitas algo, Panda?— cuestionó con voz tranquila, apreciando las orejas peludas del yūgai.

Era increíble cómo un animal podía ser tan lindo.

— En realidad quería disculparme por lo de antes. Lamento lo del golpe.— bajó la cabeza haciendo una reverencia apenada.

— No te preocupes, Panda. Ninguno debería hacerlo. No es algo que me causa daño en particular. No hay por qué disculparse.— les dedicó una mirada comprensiva.

— Me alegro de que sea así.— exclamó con alegría, el yūgai le sonrió en grande y, sin previo aviso, la estrechó en un abrazo emocionado.

La peliblanca se tensó ante tan repentina situación, su cuerpo simplemente no lograba responder.

— Apartarte, me estás asfixiando.— murmuró a medias, demasiado nerviosa como para poderse expresar correctamente.

Podía sentir la calidez del animal, el aroma cálido y fresco que desprendía era extrañamente acogedor.

"¡Que refrescante sensación! Tan cómodo."

No quería pasar pegada al cuerpo del animal durante todo el día, debía desapegarse de él, al menos por ahora.

Pero realmente el animal parecía no querer soltarla.

— Panda, suéltala. La puedes agobiar.— carraspeó Maki.

Ocultando la vergüenza que sentía aún recorriendo su memoria de rincón a rincón, le mostró una sonrisa a Makoto cuando su espacio personal le fue devuelto.

— Nuestra primera impresión no fue tan buena como debería haber sido. Pero aún así espero que podamos llevarnos bien, Narumiya-san.

— Un placer, Maki-san, llámame Makoto, por favor.— respondió, tomando la mano de la contraria con expresión tranquila.

— Yo soy Panda. Un gusto conocerte, Makoto-chan.— la volvió a abrazar, esta vez la peliblanca no se resistió, le devolvió el abrazo y se emocionó al sentir la suavidad del pelaje otra vez.

Tan suave.— susurró de manera apenas audible, pero lo suficiente alto como para que el yūgai le lograra escuchar. Una sonrisa para sí mismo se extendió en su rostro con orgullo, eso decía que estaba comenzando a ganar su confianza.— Un gusto también, Panda.

— Hojuelas de Bonito.— la voz del peliblanco llegó a sus oídos, se separó de Panda y le dedicó una pequeña y casi imperceptible sonrisa al más bajo.

— Es un gusto, Toge-san. Espero que sea así.— asintió.

— ¿Le entendiste?

— ¿Tú no?— cuestionó confundida.

Maki parpadeó rápidamente ante su respuesta mientras sonreía de lado.

— Qué peculiar.

— Salmón.

Gojō observó la escena con una sonrisa mientras salía del salón de clases, le alegraba que esa chiquilla frívola pudiese tener amigos. Esas podrían posiblemente ser las amistades adecuadas para alguien que había pasado 15 años de su vida encerrada en un laboratorio de investigación.

Solo esperaba que no terminara matando a nadie.

Makoto, apresúrate.— arrastró el nombre de la aludida con apresuro, la voz de Isaya calló a todos, los estudiantes miraron estupefactos aquel ojo dorado y la boca que se habían formado en la frente y la mejilla de la peliblanca.— Tu estómago hace demasiado ruido aquí adentro.

— Un ojo.

Panda presionó con su dedo la esclerótica del ojo.

Makoto pudo sentir cómo una presión un poco dolorosa se instalaba en toda su frente, Isaya dejó escapar un chillido ensordecedor.

¡Oye!— la maldición rápidamente se quejó, adolorida.— ¡¿Que te pasa?!— recriminó alterada.

— ¡¿Que demonios...?!

En serio, no pensó que habrían personas que no conocieran lo que era.

Pero fue ciertamente agradable que la consideraran alguien normal, aunque evidentemente no lo fuese.





















































Fecha de publicación:
25/04/21

Usuario ━━━━ Tokyo Metropolitan Magic Technical SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora