Cuando Habla El Corazón.

VII

Te amo y no me molestaría que me respondieras con un te quiero al contrario conforme estaría si me dices más a menudo lo que sientes y aunque no sea lo mismo no me importa y no tengo miedo: libre ya es- toy de esta mentira que aprieta mi cuello cada vez que quiero decírtelo ya no me lo impide nada sola mi voz surcan mis labios y llenan con mi amor tu tímido oído desbordado de inseguridades que no quiere creer lo que mi corazón envalentonado logra decir. Ya no sufro, ni tengo miedo a sufrir, no me importa si es poco tiempo y si los principios no acomo- dan inseguridades, hoy tengo la seguridad y lleva dos palabras: TE AMO.
A: Hola.
Y: Hola. ¿Quién eres?
A: Soy el amor.
Y: -¿A qué vienes?
A: Vengo a llenar cada espacio de tu cuerpo, vengo a concederte esos momentos de luz y obscuridad que no olvidarás jamás, vengo a decirte las cosas más bellas que podrás oir, a hacerte sentir las sensaciones más extrañas de tu humanidad, a enseñarte lo que es pecar, a verte llorar, a consolarte, a acompañarte en los peores momentos, a serte fiel en cuer- po y alma, a serte leal, a esperarte aunque tenga prisa, a llorar y reír siempre a tu lado, a no compadecerme de ti ni a tenerte lástima, a con- fiar y que confíes en mi hasta el final... vengo entre tantas cosas a en- contrarme y que te encuentres, a que tu alma se libere y el peso de este sentimiento solo sea culpa de una persona: ¡TÚ!
Y: ¿Cómo puedes decir estas palabras tan fácilmente?
A: No puedo no es así para mí ha sido muy difícil, pero tú lo vales, y aunque no sea así para mí sí que lo vales. Pero no todo es bueno, si no me sabes cuidar podríamos pelearnos, encarcelarnos, discutir, nublar mi existencia con inseguridades, enloquecer si no me usas correcta- mente, vivirme sin estancia, sin mente propia y con inseguridades. Solo sé lo que quieres ser, dime lo que quieras decirme y camina sobre esta arena movediza que llamamos: día a día, para no terminar como pobres y que termines sin mí.
Y: ...entiendo, aunque quiero decirte que...