-Hola
Un silencio incómodo se hizo presente entre las dos personas por algunos segundos, hasta que uno decidió romperlo.
-Ah, gracias, que amable por dejarme pasar.
-oh, si, lo lamento. Adelante, puedes pasar-se hizo a un lado y su amigo paso a observar todo.
-Iván, necesito que me ayudes a llegar hasta la dirección que está en XXX, ¿De acuerdo? Si, muy bien. Vamos.
-No. ¿Qué? Espera.
-¡No tengo tiempo! ¡Necesito ir ya!
-No me grites, Eiden. Trátame con más respeto, soy mayor que tú y tu invitado.
-¡¿Y eso a mí que me importa?! ¡Y además yo te grito si me da la gana, Iván!
-¿Por qué te comportas como un crío?
-¡No soy un crío! Y oh, ya se, tengo una idea ¿Por qué no te callas y conduces hasta donde te dije solamente?
-¡Ya basta, Eiden! Si sigues comportandote como un niñito tal vez sea mejor enseñarte a respetar igual que a uno ¿No lo crees?- se acercó y lo jalo del brazo hasta llevarlo al sillón. Lo dejo en sus rodillas y levanto la mano con amenaza de castigarlo.
-¡No! ¡Espera!- se retorció en su lugar intentando escapar de ahí, pero Iván había puesto una mano en su espalda mientras que la otra aun seguía levantada.- ¡Sueltame! ¡Imbécil, ya déjame ir!
bajó la mano estampandola con la pobre retaguardia de Eiden.
PAZZ, PAZZ, PAZZ
-¡No! ¡No lo hagas!
-¿Seguirás gritándome e insultandome en la cara?
PAZZ, PAZZ, PAZZ
-¡No! ¡No lo haré! ¡Déjame!
PAZZ, PAZZ, PAZZ, PAZZ
Eiden intentaba aguantar las lágrimas. Quería a sus papis con él y a salvo pero se culpaba a si mismo por ponerlos en un lío tan peligroso. No quería llorar en un momento como ese y menos frente a su amigo. Pero el dolor que provenía de su retaguardia tan lastimada y de su preocupación no lo dejo aguantar mucho más.
-Buaaaa, ¡Quiero a mis papis!
-No, espera, no llores Ya, pequeño. Lo siento.- lo cargo y abrazo con cariño- pero creo que alguien debería ir al rinconcito- le dio un empujoncito al rincon, haciendo saber lo que quería.
-p-pero yo no quiero ir al rinconcito- dijo en un tono bajito.
-lo sé, pero ahora supongo que eres un niño muy mimado por tus papis, y deberías aprender a no gritarme, ni a nadie más tampoco.
Eiden se quedó parado ahí, por algunos minutos mientras Iván estaba con la chica que probablemente seguía dormida. Se empezó a mover desesperado y sus ojos se pusieron llorosos, mordió su labio, intento cruzar las piernas, pero fue inútil, porque ahora tenía que ser cambiado y no sería Adrián, Tom o Alan
Tendría que ser Iván.-Los minutos terminaron. Puedes irte del rincón.- permitió.
Eiden con la mirada baja y dudoso de lo que iba a hacer, se acercó hasta Iván, quien ya se había dado la vuelta al ver cómo Eiden caminaba a otro lado. Lo tomo de la blusa y la jalo un poco, haciendo que se viera adorable jalandolo mientras tenía las mejillas rojas y caminaba como pingüino por tener el pañal mojado.
-¿Qué pasa?
-¿P-podrías....cambiarme?
-¿Cambiarte? Pero puedes hacerlo tú solo, además, ¿Para que quieres cambiarte de ropa?
ESTÁS LEYENDO
Drogas, armas y un bebé
RandomEiden sabía todo tipo de información sobre las drogas, Tom sabía sobre armas, Alan sabía sobre como estafar, y Adrián sabía cómo ser un buen líder. Eran el equipo perfecto hasta que Eiden decidió seguir su vida de una manera un tanto peculiar.