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Mientras Alan se encontraba de maravilla en su habitación de lujo, Adrián estaba luchando por no ser violado por un viejo asqueroso y mucho mayor que él, padre de su querido niño ahora que lo pensaba, el cual estaba esperando ya desde hace unas horas afuera con los demás.

Un apretón en su trasero lo saco de todos sus pensamientos y lo dejo en shock, en blanco estaba y antes de que sucediera algo más, empujó al contrario, haciendo que esté retrocediera y golpeara su escritorio.

Grave error. Su seño que estaba fruncido desde un principio se frunció más y mientras se recargaba en una mejor postura en el escritorio, presiono un botón del teléfono que tenía a un lado.

–Quiero mi habitación lista en cinco minutos.– no había necesidad de gritar pero aún así lo hizo asustando al menor que parecía gallina sin cabeza corriendo de un lado para otro en la oficina.

Con el simple hecho de que lo hiba a violar, golpear, azotar y lastimar ya le provocaba un grave ataque de pánico, y mientras esté se volvía paranoico inventando su muerte y funeral el otro estaba sacando unas cosas de su cajón tranquilamente.

Se acercó sigilosamente aunque no fue tan necesario pues Adrián seguía en su mundo perdido asi que fue fácil ponerle una mordaza y obligarlo a ponerse una ropa que no dejaba nada a la imaginación. Con solo algunos gritos el menor espantado salió corriendo al baño que tenía dentro de la habitación.

Salió con una vergüenza que recordaría toda su vida y se recordó que hacía eso solo para rescatar a su bebito. Con una cara de pocos amigos y un colorado rostro hasta las orejas se acercó al mayor con miedo viendo las esposas que tenía en la mano para colocarselas.

Sin hacer tanto alboroto dejo ponérselas y con la seriedad que pudo salió de la oficina mientras lo encaminaba. Desde atrás se relamía los labios observando como se alcanzaba a ver el culo de Adrián por la falda tan corta que traía del vestuario.

Cuando pasaba por un pasillo muy extenso y color dorado con alfombra roja se percató de que una de las puertas decía "invitado especial" le dio curiosidad quién era el invitado especial que recibían ahí.

Y como si hubiera pedido en voz alta que esa puerta se abriera lo hizo, pero lo que vio lo dejo con un asombro que no se lo creía. No era posible se decía mil veces en su cabeza enojado mientras seguía avanzando porque el mayor le comenzaría a pisar los talones y a tocarlo sin pudor seguramente.

En cambio en otra parte Alan se acababa de dar la ducha y secaba su cabello mientras veía la fruta que habían dejado en un buró. Se extraño porque no había escuchado a nadie entrar o salir, pero para confírmalo saco la cabeza de la habitación esperando ver quién fue el causante de la aparición mágica de la fruta que se veía deliciosa.

Pero se encontró con nada más y nada menos que con su amigo que llevaba poca ropa, mordaza y esposas, no pudo aguantar la risa, pero en cuanto vio que lo seguía un tipo grande y con estructura ancha, aún así se rió pero en su mente para no perturbar a nadie.

Sabía que ahora tenía la obligación de ir a salvarlo pero lo dejaría después de una tarde relajante en una cómoda cama, comida gratis y probablemente también después de ver una serie interesante que se encontraba en la televisión gigante que tenía colgada a un extremo del cuarto para nada pequeño.

Se reía mientras metía un pedazo de piña a su boca y lo saboreaba como si hubiera ganado o algo. Ahora todo se había convertido en un tipo de juego con niveles y todos tenían el mismo propósito, derrotar al jefe, pero para Alan ya había encontrado su lugar perfecto y no quería mover ni un solo dedo.

Drogas, armas y un bebé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora