Subimos las escaleras para llegar al piso donde el laboratorio de computo está.
Hay sólo tres personas caminando allí: dos chicos que entraron en una de las aulas pequeñas de clases, así que ellos no nos importan, ya que de todas formas están fuera de nuestro campo de visión una vez cierran la puerta tras ellos.
Entonces sólo nos queda la tercera persona.
Es una chica bastante linda en realidad, de cabello castaño y ojos ambarinos, camina con orgullo y contoneando sus caderas lo suficiente como para llamar la atención de cualquiera, aunque no es por eso que nos fijamos en ella.
De hecho, que nos fijemos en ella es mera casualidad. Es la única ahí.
No tenemos derecho a intervenir, pero lo hacemos.
Nos acercamos de modo tranquilo hacia ella, y tomamos su mano.
Es tan cálida y suave… además es más alta que nosotros, asi que tenemos que verla hacia arriba.
-ah? –la chica mira hacia abajo y nos ve, parpadea un par de veces confundida y luego nos sonríe suavemente. -están perdidos? Están buscando a alguien? –su voz es un poco más chillona de lo esperado, pero parece buena persona.
Hace mucho que no hablamos, así que despegar nuestros labios para pronunciar alguna palabra, nos duele y la voz que sale de nuestra garganta nos rasga a su paso, por lo que quizá sonamos algo dolorosos.
-Puedes… esperarnos aquí? –preguntamos ambos. Tú y yo.
Ella sólo nos observa algo confundida de nuevo, pero termina por asentir.
-Claro… no tengo clase ahora mismo, ni algo que hacer –nos dice, y se planta bien en el suelo, apoyando bien ambos pies como cuando sabes que vas a esperar un buen rato en algún sitio de pie y buscas la forma más cómoda de hacerlo.
Para evitarnos un dolor más al hablar, sólo asentimos y le dedicamos una sonrisa.
Todo el que ve nuestra sonrisa, actúa de la misma forma.
Se queda completamente helado, y aunque podemos ver miedo en sus ojos, no se mueven.
No sabemos exactamente porqué es que pasa eso, pero es un tanto divertido de observarlo, no lo crees?
Esto no fue excepción de la chica castaña de antes. Así que… sabiendo que no iba a moverse del sitio donde estaba, nos dirigimos al interior del salón de cómputo, ya que está justo frente a donde dejamos a nuestra nueva conocida.
Al entrar abriendo la puerta, todos los que están ahí se voltean a vernos.
Hay al menos unas quince computadoras, y sólo 10 están ocupadas.
Observamos los alrededores un poco más, de la misma manera en que ellos nos observan a nosotros, y nos damos cuenta de que no hay maestro.
Nuevamente, una sonrisa cruza por nuestro rostro.
-Y sí… jugamos?
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¿Puedes verme? (pausada)
TerrorHey... ¿sabes diferenciar entre lo que es real y una ilusión? ¿sí?... bien... entonces, ¿puedes verme? (Re-subida y editada)