Han pasado aproximadamente tres semanas desde que terminó con su novia, quién la engañaba con el Demonio Rádio y abandonó el hotel.
Su vida desde entonces solo a empeorado, llegando a tal punto en el que ahora se encontraba entre la espada y la pare...
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Varios minutos antes.
¡Ese cielo escarlata de un brillante rojo cegador! ¡Díme que no haz olvidado su bello color! ¡Al romper la promesa decidimos desaparecer! ¡Y nunca debimos volver! — Se escuchaba por toda la habitación una voz cantando a todo pulmón de forma casi profesional, pues el responsable de esta mísma voz no era nada más ni nada menos que Séptimo. Al frente suyo se encontraban todos los integrantes del equipo a excepción del Jefe, ya sean sentados disfrutando de la canción, otros bebiendo alcohol, y otros muy pocos estando escépticos de todo a su alrededor, pero algo era seguro en ese momento, y es que todos allí se merecían ese pequeño tiempo de relajación luego de la gran batalla que libraron en contra de los exterminadores, aúnque para serles franco, para ellos no fueron la gran cosa.
¡Muy bien, público difícil! Aquí les va otra — Llamó la atención el conejo antropomorfico de pelaje celeste, recibiendo en su mayoría suspiros cansados por parte de quienes consideraba como familia.
Esta es la quinta canción, ¿Acaso no te cansas o qué? — Preguntó algo hastiado una especie de lobo antropomorfico de pelaje negro y blanco, su rostro consistía en una mandibula larga que terminaba en una naríz negra, sus orejas eran casí tan largas como las de Séptimo, ojos con pupilas negras cortadas en forma de pastel, también se debía destacar su corpulento cuerpo y su extraña manera de vestir. Su vestimenta en ese momento consistía unicamente en un overol color beige que solamente lograba cubrir desde un poco más arriba de la cadera para abajo de sus piernas, dejando al descubierto su tonificado pecho cubierto por su pelaje negro, por último tenía puesto unos guantes color blanco con manchas negras en sus nudillos. A simple vista este personaje parecía ser sacado de una de esas series de los años 30 por su aspecto algo caricaturesco, si tuvieramos que describirlos en términos simples, sería una fusión para nada descabellada entre Boris el Lobo y Pedro el malo.
No te desesperes Quinto, tengo más de donde salieron esas — Habló completamente entusiasmado Séptimo, dejando en claro que no se detendría de divertirse a su manera hasta que culminara la fiesta.
Hmm~ — Se ponía a pensar una silueta oculta en una de las oscuras esquinas de la habitación, lo único que se podía apreciar a parte de unos mechones naranjas que se suponían era de su cabello fueron sus pupilas discóricas de un color naranja melón, que se retraian constantemente por las luces fucsias que inundaban por doquier en el lugar — Esto es raro... — Murmuró mientras cerraba los ojos ignorando por un momento el bullicio que sucedía en el cuarto, estuvo unos segundos así hasta que el pensamiento le vino como una bala a la cabeza — ¡Hey Séptimo! ¿Cómo es la chica nueva? — Preguntó mientras avanzaba hacia adelante, dejando ver que tenía el aspecto algo disparejo y escamoso digno de un Dragón de Komodo, con un conjunto de traje y sombrero grises, corbata rosa y zapatos negros, debido a la poca luminosidad no se podía apreciar correctamente el color de piel u otro tipo de detalles, pero por ahora eso no era lo importante.
