Capítulo 1.

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Leah Andrews.

Recuerda Leah que la cena es a las ocho. No llegues tarde, Dominic odia la impuntualidad. Un beso, te quiero.

Leo el WhatsApp que acaba de llegar de parte de Anastasia y dejó el teléfono a un lado.

Kate lo alcanza y lo lee, enarcando una de sus perfectas cejas.

—¿Dominic? ¿Quién es Dominic?

—El nuevo novio de Anastasia

—¿Vas a cenar con ellos?

Asiento, concentrándome de nuevo en el boceto de un vestido que tengo entre mis manos.

—¿Por qué tu madre quiere que conozcas a su novio? Jamás te los presenta

Hago una mueca al escucharla referirse a ella como mi madre. Técnica y biológicamente lo es, pero más allá de eso, no.

—Te dije que no le dijeras así —le recuerdo sin mirarla, mientras remarco un poco el escote del vestido.

—Lo siento, lo olvidé —se disculpa Kate de inmediato—. Pero creí que después de dos años ustedes...

—Que le de dinero y viva en un departamento que pago no quiere decir que la he perdonado por abandonarme. Nunca lo haré —agrego sin dejar de dibujar.

Escucho a Kate suspirar.

—Honestamente le das más de lo que se merece. Yo en tu lugar, le habría cerrado la puerta en sus narices cuando vino pidiendo ayuda

Sonrío, a sabiendas de que dice la verdad ya que así es ella: impulsiva, de carácter extremadamente fuerte y que no da segundas oportunidades jamás.

—Lo sé Kate, pero no creo que a papá le hubiese gustado que hiciera eso. Él no me crió de ese modo

—Te crió para perdonar, y acabas de decirme que no la perdonarás —señala Kate.

Detengo el movimiento del bolígrafo y centro mis ojos en ella, que me mira de manera ávida a través de sus ojos negros.

—Lo sé, y no lo negaré. Pero le brinde ayuda y es todo lo que obtendrá de mí —llevo las manos a mi cuello donde una cadena de oro descansa y la acaricio levemente con mis dedos—. Te puedo asegurar que si no estuviese muerto, a papá le habría dado un infarto si hubiese visto que de haber podido darle mi ayuda, le hubiese dado la espalda

—Si tu papá estuviese vivo ella no habría tocado a tu puerta en primer lugar

Kate tiene razón.

Anastasia me abandonó cuando yo apenas era una bebe. Decidió que la vida de esposa y madre no era lo suyo, y no apareció hasta que cumplí los veintidós y papá falleció.

Debo confesar que la idea de Kate de cerrarle la puerta en la cara cuando lo hizo fue muy tentador, pero simplemente no pude hacerlo. Quizás porque decidió acudir a mí una semana después del funeral de papá cuando me encontraba más susceptible emocionalmente, o quizás se debió a que papá nunca aumentó mi resentimiento hacia ella de ningún modo. Todo lo contrario, siempre me enseño que a las personas se les da segundas oportunidades y se les perdona, y creo que en el fondo lo decía más por él mismo, que continuó esperándola a ella todo el tiempo hasta que falleció.

De cualquier modo, terminé comprándole un departamento con la herencia que papá me dejó, me encargo de pagar los gastos del mismo pero nada más. De sus gastos personales se encargará ella. No pienso mantenerla en absoluto.

—Lo sé —digo finalmente antes de volver a concentrarme en el vestido.

Kate no dice nada más lo que me ayuda a concentrarme por completo en el diseño y finalmente terminar un bonito vestido, de cuerpo completo, con falda larga y un tanto vaporosa. Con una abertura en una pierna y sin tirantes, con un diminuto corsé para acentuar curvas y escote en forma de corazón.

Juego de seducción. Serie juegos placenteros, libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora