Leah Andrews.
Acomodo mi cabello sobre mis pechos y aliso mi blusa para que las arrugas imaginarias desaparezcan. Todo ante el espejo del baño del restaurante al que he ido más para matar el tiempo que por alguna otra cosa.
Ni Anastasia ni su novio llegan aun lo que me tiene un poco de mal humor, ya que llegue diez minutos antes comiéndome el cuento de que le molestaba la impuntualidad y ya pasan de las ocho y ninguno aparece.
Tomo una profunda respiración y regreso hacia mi mesa, donde un Martini ya me espera tal como lo ordené. Tomo asiento y muevo mi cabello hacia un lado de mi cuello, antes de llevar la copa a mis labios e ingerir el líquido.
La extraña sensación de que alguien me observa me invade de pronto y no dudo en buscar con la mirada al responsable de eso, pero me encuentro con que nadie está observándome, al menos no en este preciso momento. Sin embargo, mis ojos se posan en un saco color púrpura oscuro a escasos metros de mí sentado en la barra. A pesar de que está de espaldas y mi posición no me permite ver el reflejo de su rostro en la pared de vidrio, me deleito con su ancha espalda y sus fornidos brazos que ni el saco puede ocultar. Su cabello oscuro con ciertos reflejos más claros apenas perceptibles, cae suelto y largo un poco más abajo de sus hombros de manera levemente rizada.
Me imagino a mí misma tirando de ese cabello mientras está entre mis piernas y de inmediato una corriente eléctrica viaja directamente a mi clítoris, haciéndome sentir deseosa.
No he visto su rostro, pero lo quiero para mí, lo deseo y siempre obtengo lo que deseo.
Vuelto a ver la hora en mi IPhone, son casi las ocho y treinta.
Anastasia y su novio seguramente no llegarán, así que no voy a dejar esta oportunidad pasar. Tomo un nuevo sorbo de mi bebida y estoy a punto de levantarme cuando veo que una mujer se acerca al hombre del cabello rebelde.
Siento como si me dieran una patada en el hígado al reconocer a Anastasia acercarse a él y tocar su hombro con familiaridad. Él la mira, permitiéndome detallar la barba que cubre parte de su rostro, pero esto carece de importancia cuando veo como sujeta su mano y la besa.
¡Maldita sea!
Él es su novio.
Y no es para nada lo que me esperé.
Pero con todo y esa revelación, mi anterior excitación ante la pequeña fantasía de tener su rostro entre mis piernas no desaparece, todo lo contrario, se intensifica cuando él se levanta y a través del espejo, me mira, conectando sus ojos oscuros con los míos, confirmándome que mi anterior sensación de sentirme observada había sido él a través del espejo.
Una sonrisa de satisfacción se instala en mi cara y la escondo tras mi copa, mientras observo como la pareja se acerca a mí. Ignoro por completo a Anastasia y me concentro por completo en Dominic, quien de frente luce mucho más apetecible de lo que me había imaginado. Es alto, muy alto, de aproximadamente un metro noventa, sus músculos se notan a través del saco que al estar cerrado evidencia una cintura más estrecha que su espalda. Su rostro de pocos amigos está dotado por una nariz adecuada para su rostro, unas cejas pobladas con una de ellas atravesada por una cicatriz y unos labios carnosos doblados en una mueca de desagrado. La suma de todo eso le da aspecto de ser un hombre rudo, salvaje y sumamente apetecible.
Dejo mi copa sobre la mesa y sin apartar mis ojos de los suyos, lamo mis labios solo para probar una teoría, que me es confirmada cuando veo como su nuez de Adam se mueve.
—Leah —habla Anastasia sacándome de mi pequeño juego.
Me obligo a apartar los ojos del exquisito espécimen frente a mí para clavarla en los ojos color miel de Anastasia, no sin antes ver como su expresión cambia al asombro total al descubrir que la mujer a la que miraba minutos antes de que llegase su novia, es la hija de la misma.
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Juego de seducción. Serie juegos placenteros, libro I
Romanzi rosa / ChickLitEl juego de seducción es peligroso, pero es un juego que a Leah Andrews le encanta jugar y con labios voluptuosos, curvas pronunciadas, larga cabellera y ojos expresivos, tiene todas las de ganar. Y eso siempre sucede. Hombre en quien se fija, homb...