La mañana era calurosa, los árboles danzaban con la brisa, la puerta panorámica deslizada solo a un lado invitaba a disfrutar de nuestro patio trasero, perfectamente verde, perfectamente podado.
De podarlo se encargaba Alex, mientras que James atendía nuestra economía y procuraba mantener en orden los caprichos costosos de Alex.
Crucé la puerta panorámica y parada en el pavimento miré sonriente al chico sobre el césped apoyado en la máquina de podar.
Una fina capa de sudor resplandecía por el sol sobre él mientras que me regalaba una gran sonrisa mostrando sus blancos dientes, en esas sonrisas reales que hasta se enmarcan con hoyuelos. Noté fascinación en su mirada, amaba que me mirara así, tan lindo. Se veía cansado, pero aún amaba hacer actividades al aire libre. Su pelo perfectamente desordenado, de tono chocolate oscuro, le iba genial en contraste a esa tez clara pero casi bronceada.
Sacudió un poco sus manos en sus shorts antes de secar un poco el escaso sudor de su frente y empezar a acercarse a mí.
Siempre nos hemos llevado bien, en realidad los tres somos mejores amigos, nos amamos y divertimos siempre... aunque no puedo negar que Alex es más cómplice en mis travesuras de lo que lo es James.
A pasos de enfrentarme, miré de soslayo cómo James llegaba para posarse al costado de la puerta panorámica. Le sonreí y él no modificó mucho la tenue sonrisa que siempre me brindaba. Volví a mirar a Alex cuando este ya me enfrentaba para sonreírle con ternura.
(...)
Juegos en fuertes de almohadas.
Risas sin parar.
Uno que otro grito, pero esos nos los oía con detenimiento.
Momentos juntos.
Momentos en donde ellos se alejaban para hablar a solas.
Volvía de la escuela feliz.
Crecimos juntos.Les hacia feliz.
Les escuchaba discutir y les sonreía para calmarlos, eso siempre funcionaba.
Era su princesa, ellos mis héroes.Los tres juntos éramos un gran equipo, es decir, sí; a veces me molestaban y terminaba lanzándoles un zapato o llorando, pero, ya saben; la amistad ante todo.
Ellos eran mayores que yo, no recuerdo por cuánto, pero sí lo eran; uff, realmente los recuerdo más imponentes que yo: James; un ojiverde oscuro de caballo negro, piel pálida y personalidad introvertida, siempre parecía serio, a pesar de ser divertido, y Alex; de personalidad extrovertida, sociable y valiente.
Y luego yo: Un tierno moco introvertido que aprendía de ambos y que siempre estaba dispuesta a no fallarles. Siempre lucia feliz para ellos, yo no quería preocuparles: Ellos me cuidaban mucho.
(...)
Pasaron los meses, o los años, no sé; yo solo reía, ellos solo se divertían, todo iba bien.
Alex cada vez más cerca.
El doble y leve sonido de toques en la puerta abierta de mi habitación me hizo girar en esa dirección.
—Te traje algo —me avisó en una subida de mentón y una pequeña sonrisa ladeada.
Era James, me miraba con secretos en su mirada y sonrisa cálida. Se cruzaba de brazos usando su usual chaqueta de cuero.
—Hola —solté animada por él—. ¿Qué? —cuestioné con genuina curiosidad.
Esa genuina curiosidad que verías en una niña de 12 años de edad.
—Adivina —musitó. Su timbre de voz era fresco—, me lo pediste hace unos días —se sentó en el banco de mi peinadora para encararme mientras yo seguía sentada en la cama.
Alcancé a ver más de su piel cuando algunos de los rasgados de su pantalón cedieron al flexionar sus rodillas para sentarse.
Él traía ropa en tonalidades oscuras, como siempre.
Mhm... ¿A qué se refería?. Eché un vistazo a mi cuarto; lleno de juguetes y decoraciones que sin pedir ya tenía. James siempre me consentía con todo lo que necesitara, desde útiles escolares hasta inútiles pero hermosos juegos de princesas, tenía que admitirlo.
—¿Qué? —solté a medias sin nada en mente—... te he pedido muchas cosas —admití a duras penas, algo apenada.
—Me comentaste que te casaste de las hamburguesas —canturreó a modo de pista, luciendo gracioso.
—¡Y que las pizzas se veían más divertidas! —celebré al recordar lo dicho y sonreí con animosidad.
—Así es, te traje mucha pizza —afirmó en un asentir victorioso.
Estaba dispuesta a irme con él a la cocina por toda esa pizza en ese momento, pero él parecía querer decir más. Se declinó un poco hacia mí, aún sentado, y entrelazó sus dedos, dándole un aire un poco más serio a todo. Lo miré con concentración:
—Mañana cumples 13 años —me recordó con serenidad—, ya tengo todo planeado para pasarlo a lo grande —sonreía afable—, pero... aún necesito saber tu lista de invitados.
—Mhm... ¿Puedo invitar a algunos de la escuela? —Mis grandes ojos cafés se mostraron expectantes.
Negó con su cabeza.
Bufé con un gesto caricaturesco con mi mano de: ¡Oh, vaya!
Eso le causó un poco de gracia a él.
Ya sabía que no me dejaría invitarlos, en todos los cumpleaños yo lo tenía prohibido.
—Sabes que solo puedes invitar a unos cuantos niños o niñas del vecindario —me recordó con cierto tono de advertencia.
Le respondí con un mohín y una breve encogida de hombros. Realmente no me importaba quiénes estarían invitados, me solía bastar con ellos dos.
Somos grandes amigos, somos nuestro todo y eso me hacen tan feliz.
Él notó mi inocente indiferencia al tema y dijo, tras una corta risa:
—Ok, yo los invito por ti —Bramó sonriendo y se sentó junto a mí en la cama.
—Ya sabes; quiero ver muchos tutus y espadas o garfios mañana —le advertí en broma.
La temática era Piratas y princesas, Oh sí.
Empecé a hacer unas muecas de típico pirata para hacerlo reír.
Él solo sonrió un poco de labios sellados, traía ojos un poco enternecidos, o tal vez nostálgicos... ¿O solo algo tristes?
—Cierto —le regaló un toque juguetón a mi nariz—, rebelde princesita.
Y entre juegos nos fuimos por esas pizzas.
Entiendo ahora el porqué los de mi escuela no podían ir a mi casa.
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Hogar
Truyện Ngắn《Porque los villanos solo viven en los cuentos, en la vida real solo hay personas y eso es peor》 《Quería decirle que me mintiera bonito para ser feliz, falsamente, pero feliz de nuevo》 -A.W •Una historia con 5 capítulos para recordar y 5 capítulos p...