Dios, había dicho que sí; sinceramente, no sabía por qué eso me emocionaba, pero de todos modos estaba a dispuesto a averiguarlo.
Se acabó la clase y Nicolás estaba esperando afuera del aula de tecnología, tenía la mirada fija en la puerta, como esperando a que yo saliera; me vio y lo primero que preguntó fue:
- ¿A qué hora vamos a ir a la heladería?
- Creo que a las 5, si te parece bien. – Respondí yo.
- Está bien, nos encontramos en la plaza. – Sugirió él.
- Dale, nos vemos allá. – Dije yo en tono seco.
Nos despedimos y me fui caminando hasta mi casa con Magdalena, quien vive cerca de mí. Durante el camino ella me explicó cómo se supone que debe ser una cita (si es que a lo que iba a tener se le podía llamar cita).
- ¿Qué crees que harán? –Preguntó Magdalena.
- No sé, hablar y conocernos un poco; supongo yo. – Respondí.
- Debes tener cuidado, mira que no lo conocemos bien, y no sabemos que quiera. –Sugirió ella.
- Ustedes me metieron en esto, si me viola y me mata espero que se sientan muy culpables. –Dije en tono sarcástico.
- Créeme que si te pasa algo, la primera en matarlo seré yo; pero él luce como un buen chico, de seguro se van a divertir.
- Eso espero, si veo que no sale con nada bueno, dejo las cosas ahí.
- Me parece lo mejor. Bueno, te dejo Emi, me cuentas cómo te fue.
- Dale Magda, te cuidas.
Dejé a Magdalena y seguí mi camino. Al llegar a casa vi que mi mamá aún no había llegado, por lo que tiré mi morral al sofá, y comencé a hacerme el almuerzo. Como la casa estaba sola, puse música a todo volumen (Lana Del Rey, como de costumbre). Mientras cocinaba pensaba en qué pasaría en la cita de hoy, estaba muy inseguro respecto a que era iba a pasar entre Nicolás y yo, pero al mismo tiempo me preparaba para la que sería la primera cita de mi vida; aunque se supone que fui yo quien lo invitó a salir, pero si el aceptó fue por algo, la verdad no sabía que pensar, decir o hacer, era como un niño en su primer día de clases.
Terminé de hacer el almuerzo, y cuando me disponía a sentarme a la mesa, sonó el timbre; al abrir la puerta no había nadie alrededor, solo una carta en la entrada que decía “Para Emilio”. Era un sobre rojo (mi color favorito), pero no tenía remitente ni nada por el estilo; cuando la iba a abrir sonó el celular, era mi madre diciéndome que estaba en el supermercado y que necesitaba que fuese enseguida para ayudarla con unas compras, por lo que dejé la carta en la mesa, metí el almuerzo al microondas y me fui caminando hasta el supermercado.
Al regresar ya eran las 4:30, mi madre me había dado permiso para salir con mi “nuevo amigo”, pero me dijo que no podía demorarme porque hoy papá iba a cenar a la casa, odiaba que mis padres estuviesen en el mismo lugar, era una situación muy incómoda, comenzaban a lanzar indirectas respecto a sus decisiones después de la separación, y a manipularme para ver a quien quería más. Pero ese no era el punto, el punto era que no sabía que ponerme, ¿por qué me importaba que ponerme? Se sentía raro arreglarse para alguien, pero me tocaba.
Me puse un suéter de rayas negras y blancas, un jean negro, y mis botas favoritas. Mientras bajaba las escalares recibí un mensaje que decía: “Paso por ti en 5 minutos, espero estés listo; atte. Nicolás”. Enseguida le envié un mensaje preguntando quien le había dado mi número; no respondía, supuse que iba camino a mi casa, y tenía razón, porque escuché el pito de una moto; al asomarme a la ventana vi que era él, no se veía nada mal, tenía un suéter azul pegado al cuerpo, un jean blanco y la motocicleta en la que llegó lo hacía lucir muy masculino.
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La filofobia: Mi nueva ex.
Romance¿Como pretendes tocar a una araña si le tienes miedo? esa era la pregunta que yo le hacia a quienes me hablaban acerca del amor. Me llamo Emilio, y mientras todos le temen a las alturas, al mar, o las cuchillas, yo le tengo miedo al amor; o como dic...