Como siempre, me levanté a las 5 de la mañana para poder alistarme; al salir de la ducha tomé lo primero que vi en el armario (debo mencionar que me preocupa cómo me veo, pero ese día amanecí con mi típica malparidez existencial, que hacía que nada me importará). Al bajar, hice un poco de café para mi madre, y preparé la comida que llevaría a la escuela; le llevé la tasa más grande, y sin mucha azúcar (le gusta mucho la cafeína) y me senté a hablar con ella mientras se hacían las 6:00.
- ¿Cómo te fue anoche en el trabajo? -Le pregunté como de costumbre.
- Lo mismo de todos los días mi amor, muchos clientes y poco tiempo; la verdad estoy algo cansada, pero ya tengo para las botas que tanto quieres - Respondió ella con su melancólica y tranquilizante voz.
- Pero ma, no era necesario, tienes que pagar las cuentas y eso no es algo tan importante.
- Créeme que si es algo que tú quieres o necesitas, va a ser lo primero, sabes que eres mi razón de vivir.
- Muchas gracias ma. Entonces cuando salga de la escuela voy a comprarlas, ya me tengo que ir, que tengas buen día.
- Bueno hijo, te lo mereces, que tengas un buen día. Te amo.
- Igual.
Ni a mi madre le digo te amo, me parece algo tonto decirlo, y me siento raro haciéndolo. En fin, salí de la casa y como siempre llegué tarde a la escuela, por lo que debí esperar a que me realizaran un reporte para así poder ir a clases. Al llegar al salón vi que todos estaban en silencio, y ¿Cómo no iban a estarlo?, si teníamos clase con el profesor Juvinao, un hombre que en vez de sangre, tenía matemáticas en las venas. Me miró con esos ojos que me decían "te voy a poner un uno", pero lo único que pude hacer fue ver cómo me ponía esa nota mínima por llegar después del tiempo estipulado.
Vi que Magdalena y Mónica me habían guardado el lugar en medio de las dos; ellas eran las chicas con las que más andaba en la escuela, y como era costumbre nos pusimos a hablar acerca de lo que hicimos el día anterior. El profesor Juvinao se levantó y lo primero que dijo fue:
- "Bueno chicos, antes de comenzar a hacer el taller de hoy, quiero que conozcan a su nuevo compañero: Nicolás. Él viene de otra ciudad y espero que lo traten como al resto".
¿Pueden creer que estaba tan distraído que no noté que había un nuevo?, cuando volteé, no vi nada del otro mundo; un chico de ojos café oscuro, delgado, relativamente alto, un poco quemado y de cabello negro liso. Sinceramente no le di importancia y seguí hablando con mis amigas.
Comenzamos a realizar los ejercicios, y al mismo tiempo hablábamos acerca de la pelea que Mónica había tenido con su novio Aldemar; Tenían una buena relación, pero por todo peleaban y él la celaba mucho (cosa que a mí me parecía estúpida ¿Por qué estar con alguien si siempre pelean?), pero nunca le dije nada de eso por temor de hacerla sentir mal. Yo solo escuchaba como Magdalena le daba las mismas sugerencias que ella nunca tomaba, y adquiría un poco más de odio hacia aquello que llaman "amor".
Al terminar las clases le pedí a Magdalena que me acompañara a comprar las botas que quería, así que nos fuimos caminando hasta el centro comercial que queda cerca a la escuela. Mientras hablábamos nos dimos cuenta que el chico nuevo iba en la misma dirección, así que Magdalena (con esa personalidad tan curiosa que la caracteriza) lo llamó, e hizo que caminara con nosotros. El pobre muchacho no tenía ni ganas de hablar, solo respondía secamente las preguntas del interrogatorio que ella le realizó; pero noté que me miró más de lo que un chico debe mirar a otro, por lo que enseguida supe que había algo "raro" en él.
Luego de caminar 10 minutos, llegamos al CC, el chico se despidió muy diplomáticamente de nosotros; le resté importancia a sus miradas, y entramos para buscar las botas. No tardamos 2 segundos en quedar solos cuando Magdalena me preguntó:
- ¿Notaste cómo te miraba Nicolás? Me parece que es gay.
- No, y la verdad no me importa si lo es, sabes que me da igual ese tipo de cosas.
- Bueno ya, solo me pareció que deberías hablarle, quizá pueda pasar algo entre los dos.
- ¿Algo de qué? Sabes que todo eso de las relaciones me parece estúpido, primero muerto que enamorado.
- Está bien, solo decía. Vamos a buscar las dichosas botas.
¿Qué le hacía pensar a Magdalena que podía pasar algo entre el nuevo y yo? Es tonto creer que por ser gay me tiene que gustar el primer gay que vea. No creo que Nicolás, ni nadie sea la persona indicada para mí; además ¿Qué vería alguien en mí? Si solo soy otro adolescente más.
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La filofobia: Mi nueva ex.
Romance¿Como pretendes tocar a una araña si le tienes miedo? esa era la pregunta que yo le hacia a quienes me hablaban acerca del amor. Me llamo Emilio, y mientras todos le temen a las alturas, al mar, o las cuchillas, yo le tengo miedo al amor; o como dic...