Sé cómo soy, y asumo las consecuencias.

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Mi nombre es Emilio Arce, un adolescente para nada fuera de lo común que asiste a una escuela secundaria en su ciudad. Vivo con mi madre llamada Alegra, quien hace 10 años se separó de mi padre, Emilio. Recuerdo perfectamente el día en que se fue de la casa; gritos iban y venían, además de declaraciones de odio a arrepentimiento respecto al amor que una vez se profesaron. Luego de una acalorada discusión de dos horas, escuché que tiraron la puerta como nunca antes lo habían hecho; y al llegar a la sala, vi a mi madre tirada en el suelo, maldiciendo a cupido que una vez la flechó, y prometiendo que jamás en su vida le volvería a dar todo de si a una persona. Desde ese momento, y con solo 7 años, entendí que el amor trae a tu vida más dolor que alegría.

Pasaron los años, y como los padres son nuestro ejemplo a seguir, fui observando como manejaba mi madre su vida; tuvo varias parejas después de separarse (Debo agregar que ninguna de esas relaciones tuvo una duración mayor a 6 meses), Por alguna extraña razón mi madre era incapaz de mantener una relación estable. Ella es una mujer maravillosa, que me enseñó a tener siempre una sonrisa en el rostro, y a confiar en mí mismo (cosa que ella no hace muy bien). También me explicó que nunca debemos dar más de lo que nos bridan, ni creer en todo aquello que nos aseguran. Ser una familia de dos personas nos hizo más fuertes y unidos; pero luego de quedarse sin trabajo las cosas no fueron fáciles, hasta que encontró la forma de traer dinero a la casa (La verdad no sé qué hace, pero me dice que le debo dar gracias a Dios por darnos el sustento diario).

Y así se fue forjando mi personalidad: Soy un chico agradable, tengo buenos amigos por así decirlo, y siempre me muestro firme y seguro ante los demás (Aunque debo confesar que puedo llegar a ser muy inseguro). He perdido muchas amistades y personas importantes en mi vida por mantener mis ideales y darme a respetar, porque siempre he dicho que solo aquel que te acepte como eres merece estar en tu vida.

Siempre he sido buen estudiante, mi nombre frecuentemente aparece en la lista de honor; en general nadie tiene queja de mí, excepto por el carácter tan explosivo e hiriente que puedo llegar a tener, ya que cuando me salgo de casillas puedo llegar a decir y hacer cosas que me lastiman a los demás, y a mí.

Se puede decir que soy una buena persona, o eso creo; mi madre y sus amigas siempre dicen que soy un buen muchacho, ah, excepto por una cosa: El hijo perfecto tiene un problema que al parecer desmerita todo lo bueno que tengo o hago, y es que... ¿Quién acepta que su hijo sea gay? Parece que es amarga de vez en cuando los días de mi madre, quien siempre me recuerda lo mal que está ser gay, que es un pecado y que la sociedad no lo acepta, pero la verdad a mi no me importa lo que la gente piense de mi condición sexual; además, casi nadie lo sabe, solo unos cuantos amigos y mi madre (Quien se hace la de la vista gorda respecto al tema). Te preguntarás ¿Cómo sabes que eres gay, si nunca te has enamorado?, es algo sencillo, siempre supe que las niñas no me atraían; y no, no necesito comprobarlo, o es que acaso ¿a un heterosexual le dicen que pruebe a ver si es gay? La verdad no creo que ser gay sea algo relevante, o que me haga ser diferente o único; Soy igual al resto, ni mejor ni peor. Y la verdad es que sé cómo soy, y asumo las consecuencias.

La filofobia: Mi nueva ex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora